Incremento da cuenta de la presión que ejerce el crimen organizado en la zona, usada como corredor para trasladar droga a otras ciudades, pero también como mercado interno.
El norte del país se ha convertido en uno de los principales focos de atención para las autoridades en la lucha contra el crimen organizado, particularmente en la región de Antofagasta, donde las cifras de incautación de drogas muestran un aumento significativo durante el último año.
De acuerdo con los datos oficiales, en lo que va de este período, las policías han decomisado cerca de 39 toneladas de sustancias ilícitas, casi el doble de lo incautado en 2024, cuando la cifra bordeó las 20 toneladas. Este incremento da cuenta de la presión que ejerce el crimen organizado sobre la zona, utilizada no solo como corredor para trasladar droga hacia otras ciudades e incluso fuera del país, sino también como mercado interno, en una región que concentra el mayor PIB per cápita de Chile.
Uno de los procedimientos más recientes se desarrolló el pasado 17 de diciembre en Calama y permitió desarticular una estructura criminal dedicada al tráfico ilícito de drogas. En esa operación fueron detenidas cinco personas, cuatro de ellas de nacionalidad boliviana —dos en situación migratoria irregular— y un ciudadano chileno, quienes participaban en la internación y distribución de sustancias ilícitas. El operativo concluyó con la incautación de 388 kilos de cannabis y dos kilos de cocaína base.
Sobre el aumento en los decomisos, el jefe de la Región Policial, prefecto inspector Freddy Castro, destacó el trabajo coordinado entre las instituciones. Al ser consultado por los resultados, señaló que “el trabajo ha mejorado bastante desde que hay una cooperación entre los mejores detectives con los mejores fiscales, sabiendo que el crimen organizado es dinámico”.
Ese carácter cambiante del fenómeno delictual no solo se expresa en el tráfico de drogas, sino también en las disputas por el control territorial. Según fuentes conocedoras del funcionamiento de estas redes, la reciente condena de un exguerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) generó un vacío de poder que comenzó a ser ocupado por bandas de origen ecuatoriano.
El fiscal regional de Antofagasta, Juan Castro Bekios, señaló que "al ser jefe de Sacfi, una de nuestras tareas era realizar un diagnóstico anual de la criminalidad de la región, por lo tanto nosotros veníamos actuando en torno al fenómeno del crimen organizado desde el año 2018. El crimen organizado en Antofagasta estaba concentrado en ciudadanos de nacionalidad colombiana que pertenecían a una de las últimas olas migratorias y que provenían de la ciudad Buenaventura, donde se emplaza un puerto vinculado al tráfico de drogas”, explicó el fiscal.
El control de ese puerto, según relató, era disputado por dos organizaciones criminales conocidas como Los Espartanos y Los Chotas, una rivalidad que “se empieza a reproducir en la ciudad de Antofagasta”.
Entre 2018 y 2019, estas bandas se asentaron en campamentos ubicados en la cordillera de la costa, entre el sur del río Loa y el límite con la región de Atacama. “Fueron utilizando las mismas técnicas que usaban en su país de origen: ejercer el control territorial a través de la violencia”, comentó el fiscal, señalando que esto les permitió dominar diversas actividades ilícitas, incluido el tráfico de drogas.
Una de estas organizaciones incluso contaba con exintegrantes de la policía colombiana y operó durante años al interior del campamento Génesis II. Tras su desarticulación, el control del sector fue asumido por un individuo que se hacía llamar Satanás o Zeus, identificado como exguerrillero de las FARC.
Finalmente, este sujeto fue detenido y condenado a 77 años de cárcel, lo que generó un “vacío del control territorial, el que está siendo ocupado por un grupo de ciudadanos de origen ecuatoriano. Tenemos hipótesis de la organización que podría ser”.
PURANOTICIA