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“Mis padres fallecieron en su dormitorio tomaditos de la mano”: El crudo testimonio de hija de ancianos que murieron en el megaincendio

“Mis padres fallecieron en su dormitorio tomaditos de la mano”: El crudo testimonio de hija de ancianos que murieron en el megaincendio

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Puranoticia.cl conversó con familias que perdieron a un ser querido como consecuencia de las devastadoras llamas. Sólo piden justicia y que los responsables sean condenados y pasen largos años de su vida en prisión.

“Mis padres fallecieron en su dormitorio tomaditos de la mano”: El crudo testimonio de hija de ancianos que murieron en el megaincendio
Lunes 3 de febrero de 2025 16:07
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El 2 y 3 de febrero de 2024 son dos fechas que, difícilmente, el país olvidará. Más complejo aún es dejar atrás lo ocurrido para las víctimas que sobrevivieron al megaincendio y que perdieron sus casas, sus bienes y, lo que es peor aún, a alguno de sus familiares.  

Hace un año, para miles de personas de la región de Valparaíso y las comunas de Viña del Mar, Quilpué y Villa Alemana, todo cambió de golpe, en una forma abrupta y que jamás imaginaron. 

En total, fueron 136 las víctimas que murieron como consecuencia del megaincendio. Hoy, quienes quedaron vivos y escaparon de las llamas, del caos que se provocó, conversaron con Puranoticia.cl y entregaron sus testimonios, los que dan cuenta de una valentía y fortaleza que cualquiera se lo quisiera y que sorprende. Lo único que piden es que se haga justicia y los responsables pasen años privados de libertad. A la fecha, hay siete detenidos. 

ANTIGUOS VECINOS

Los padres de Noemí Cabello (Guillermo Cabello y María Irma Nieto) fueron fundadores de la calle Pablo de Rocka en Los Almendros B, en la Ciudad Jardín. “Ellos llegaron hace más de sesenta años a vivir ahí, cuando eso era un bosque. Mis padres fallecieron en su dormitorio tomaditos de la mano”, cuenta. 

Noemí recuerda que su padre, a eso de las 17:30 horas, entregó su último trabajo. Era el zapatero de la población y trabajaba en su misma casa. “Me llamó mi hermana a las 17:45 horas para que vaya a buscar a mis papás, los que decían que había mucho humo, pero que el fuego estaba muy lejos y no llegaba. Yo miraba el sol y se veía rojo. Justo llega mi marido y me dice que afuera está la escoba, que los autos chocaban y que había mucho humo y apenas se podía ver. Nos fuimos corriendo a buscar a mis papás, no nos demoramos ni quince minutos en llegar, corrimos sin parar y vi una turba de gente arrancando. Diviso a un vecino que se llama Jorge y le dije: ¿cómo está arriba? Y él me dice, no queda nada. Eran las 18:15 horas, subimos, estaba todo oscuro y no había nada, era sólo fuego”. 

La mujer sigue su relato comentando que “el fuego cruzó por el Puente Las Conchas y agarró todas las casas. Todos dijeron que fue en unos segundos. Mis papás no alcanzaron a salir y yo no alcancé a llegar. Si hubiera llegado a las 18 horas, los rescato vivos, pero no los alcancé a sacar”, recuerda con tristeza. 

Noemí Cabello sostiene que no han recibido ningún tipo de ayuda, porque son herederos. “Hay un hermano que llenó la Ficha Básica de Emergencia (FIBE). Nosotros no queremos nada, estoy peleando para que se haga justicia, que esto no vuelva a pasar. A mis papás los dejé un miércoles y el viernes a las tres de la madrugada están muertos, quemados. Mi primo, que era ciego, también se quemó vivo. No alcanzaron a arrancar, porque al abrir la puerta el fuego estaba encima”.  

La hija de Guillermo y María Irma asegura que el panorama era absolutamente desolador. “Tú mirabas hacia la Villa Independencia y los alrededores, todo incendiado. La calle Pablo de Rocka estaba en llamas, uno sentía los tubos de gas explotar, los niños gritaban pidiendo auxilio y, después, quedaban en silencio”.  

Visiblemente conmovida, Noemí Cabello dijo: “Nadie me va a devolver a mis papás, pero quiero que ellos (refiriéndose a los autores de los incendios) paguen con cárcel por años, por todo el daño que hicieron. Las víctimas no pidieron morir y hay gente que no tiene, hasta el día de hoy, papel de defunción. Vi una gran cantidad de gente muerta, vi cuerpos de niños. Entonces, ¡no me vengan a decir que son 136, son muchos más los fallecidos! Tengo un ejemplo, Rosita que era de la Villa Independencia, ha pasado un año y todavía no se encuentra. Vi a una familia completa tratar de escapar en auto y se quemaron, otra gente se escondió debajo de los autos y también murieron”.

PARALIZADA 

Ester Azócar, del sector Maullín 47 de la Villa Independencia, sostiene que vivía con su madre en el mismo terreno, en casas separadas. “Perdí a mi mamá, a nuestra tía abuela y a un hermano menor”, asegura.  

Parte su testimonio señalando que “el día de la tragedia no estaba ni mi marido ni mi hermano. Llegué a las 16 horas después de ir a dejarle flores al cementerio a mi padre que falleció hace 21 años. Todo estaba tranquilo, parecía una taza de leche. Dormí un rato y me desperté a las 17:55 y mi marido salió para juntarse con un compañero. Empecé a ver la pieza del dormitorio muy oscura, era raro, a las 18 horas en pleno febrero que estuviera oscuro. Miro por la ventana y se veía todo negro, salí al patio y no se veía nada en el entorno, no se veía ni el auto”. 

Ester cuenta que “fui a la casa de mi mamá y ella estaba en el living con mi tía Ana y mi hermano acostado viendo tele. Le dije que había mucho humo y que no estaba nada bien el ambiente. Insistí en que saliéramos de la casa y ella me decía que no, que estuviera tranquila. Salí a la calle y le pregunto a un vecino que iba caminando con su hija, ¿qué pasa? Me dijo: hay que salir. Mi mamá estaba semi postrada y mi hermano intentó sacarla por una puerta de atrás y empezaron a caer unas bolas de fuego. Saqué a mi mamá y gritándole a Francisco que saliera, mi tía se devolvió a buscar a mi hermano y, en ese momento, mi mamá se cae y pierde el conocimiento, traté de levantarla y no pude, pedí ayuda y nadie respondía”.  

Ester Azócar recordó que “empiezo a sentir mucho calor y me quemaba. Salí corriendo, no supe de mi hermano, de mi tía y de mi mamá. Era morir o vivir. Si me quedaba un segundo más, ahí caía yo”. 

Estos son sólo dos de los miles de testimonios de sobrevivientes de una tragedia que se pudo haber evitado. No hay soluciones, no hay consuelo, y pese a que ha pasado un año, sigue siendo difícil olvidar esa pesadilla hecha realidad.

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