
En pleno 2025 lejos estamos de la sala de clase de hace 20 o 40 años atrás. Esa que cuando por ejemplo ingresaba un profesor a la sala todos se paraban en el acto y a una sola voz se respondía: “Buenos Días Profesor”.
Cuando el maestro pasaba revisando el uniforme, los pantalones bien puestos con su cinturón, no debajo de la cintura como se ve ahora, pobre que tuviéramos la camisa por fuera o si los zapatos no estuvieran lustrados. Que decir de tener las uñas negras o el pelo largo. Era otro mundo, otro respeto.
Hace muchos años atrás por ejemplo, ya el Gobierno francés volvió a instaurar el que los alumnos deben ponerse de pie cuando ingresa el profesor al aula de clases y decir: «Buenos días, señor profesor».
La realidad en las salas de clases del mundo ha cambiado, no es una realidad que solo afecta a Chile. Hoy las aulas tienen un ruido ambiente como un susurro permanente, no existe ese silencio sepulcral de nuestras épocas.
Aunque se quiera argumentar lo contrario, la situación actual de las salas de clases trae como consecuencia un menor aprendizaje, esto debido a que no existe un ambiente de estudio con una disciplina adecuada, esto conlleva que difícilmente los alumnos lograrán prestar atención a la explicación del profesor. El clima del aula, con un silencio prudente influye mucho a la hora de captar los conocimientos que el profesor ayuda a descubrir. Sin embargo, no todos los profesores saben manejar con entereza este clima de aprendizaje, razón suficiente para incluirlo en su formación.
Hoy la camada de nuestros profesores dista mucho del profesor antiguo. Y eso pasa primero por la formación de las propias universidades. Hoy el joven maestro llega a un aula sin la experiencia ni la capacidad de manejar a un grupo de jóvenes y eso no solo afecta en el trabajo del profesional, sino que también en el aprendizaje del alumno.
Cuando hoy vemos paralizados nuevamente a los Profesores, en la Región de Valparaíso la convocatoria llegó al 90%, inmediatamente podemos pensar que “quieren mejorar sus sueldos”, pero resulta preocupante que entre sus mayores peticiones estén por ejemplo instalar la titularidad, el agobio laboral, carrera docente, violencia y agresiones, rol del profesor jefe y el estado crítico de la educación pública.
Hoy la institución del profesor está en riesgo. Antiguamente el maestro era quizás la fuente más fiel de conocimiento. Hoy el señor Google puede responder de la misma forma desde la óptica de los alumnos. Por eso la preparación del profesor debe ser mayor.
Es aquí donde la autoridad del profesor no viene solo de lo que sabe, sino de lo que es capaz de dejar impregnado en el espíritu del alumno, me refiero al buen ejemplo, a la transmisión de virtudes, de actitudes éticas y espirituales.
Otra causa del irrespeto hacia el profesor la encontramos en la permisividad de parte de los padres e incluso de quienes dirigen los colegios, unos por no perder el cariño y otros por no perder al cliente, terminan cediendo a los caprichos y actitudes irrespetuosas de los alumnos.
Lo cierto es que hoy debemos ocuparnos como sociedad de la figura del profesor. Todos podemos ayudar para eso. Como padres siendo menos permisivos, como colegios teniendo la mezcla perfecta de nuevos elementos salidos de la universidad con la experiencia de años, como alumnos volver a respetar a maestro y como universidades mejorar su preparación. Ahora es el Estado el que debe volver a rayar la cancha. Quizás copiar lo que hizo Francia y partir con algo tan básico como el saludo de “Buenos Días Profesor” parado correctamente al lado del banco. Ya le perdimos el respeto a la autoridad, a la policía, al carabinero, no le perdamos el respeto a quienes justamente nos tiene que enseñar que es el respeto. Cuidemos a nuestros profesores.