Ex gobernador provincial de Quillota hizo un llamado al presidente Sebastián Piñera y a la derecha a que "deben tener menos miedo a la movilización social".
Columna de opinión: César Barra, presidente regional del Partido Socialista (PS) en Valparaíso.
El Presidente (Sebastián Piñera) -el peor evaluado desde 1990- ha entregado la ofrenda del cambio de su gabinete a la multitud que se moviliza en el país. Las directivas de los partidos de la derecha definieron perfiles y características personales de los futuros ministros, se transformó en un ejercicio inútil ante el enroque de nombres y la falta de empatía con la demanda central de las movilizaciones: cambios estructurales al orden político y socioeconómico del país. El reclamo popular contra un sistema que consagra el abuso y la desigualdad y contra las limitaciones del sistema político no ha sido escuchado por el Presidente. Abandonó el ejercicio de la política desde el inicio de la evasión en el Metro por parte de los estudiantes, instalando un lenguaje de guerra, militarizando el país con el estado de emergencia, no comprendiendo la profundidad de la crítica al sistema con un paquete de medidas sociales que ha sido intrascendente para desmovilizar las manifestaciones. Incluso aparece un sector del gran empresario comprendiendo la necesidad de cambios profundos y de cambio de estrategia de desarrollo.
En el extremo de la ineptitud política (parafraseando a The Economist) tenemos a un Ministro del Interior que se declara NO responsable políticamente de las situaciones de violaciones a los derechos humanos y muertes por la represión policial y militar, así como de la inseguridad ante los saqueos por el lumpen. Actitud represiva contra niños y contra manifestaciones pacíficas versus laxitud ante saqueos. Un Presidente encastillado contra su pueblo, que hoy exige su renuncia cada vez con más entusiasmo en las marchas. Ante este escenario de debilidad política y aislamiento social, el Presidente debe dar señales que aborden la motivación central de las marchas y concentraciones - casi asambleas en movimiento-, así como de los cabildos que hoy surgen: un pacto social e institucional, una nueva Constitución. La salida es acoger la demanda de un nuevo orden, desempolvando el método realizado en el vilipendiado proceso constituyente que realizamos el 2016, "ninguneado" por la derecha, la élite empresarial y los factotum conservadores de la centroizquierda.
Por su parte, desde la oposición, debemos asumir que no es viable ningún cambio cosmético para acoger la demanda ciudadana y la descarnada crítica al sistema político. El sistema no resiste. La gente no lo tolera. El diálogo debe ser con los actores sociales que han planteado esos cambios estragtégicos.
Hoy el Presidente y la derecha deben tener menos miedo a la movilización social -aquí no hay conspiración de agentes extranjeros como argumenta La Tercera y los nostálgicos del pinochetismo-, sino más comprensión de la demanda social que nos desafía a todos los actores políticos en un momento histórico, iniciando el diálogo social y político para una solución constitucional, democrática y pacífica.
PURANOTICIA