Doctora Patricia González analiza impacto que la tecnología y digitalización, sumado a la pandemia, generará a nivel global. Ya se habla de la "Tercera Revolución Productiva".
Si no existe una regulación clara y definida de los derechos laborales, la revolución productiva que actualmente se expresa en la instalación de las tecnologías digitales generará riesgosas consecuencias futuras en el mercado del trabajo.
La afirmación pertenece a la doctora Patricia González, directora del Departamento de Filosofía de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), quien recientemente participó en el VIII Seminario Los Marxismos en el Siglo XXI, actividad interuniversitaria, cuya organización se enmarca en el trabajo que realiza un grupo de investigadores internacionales del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
En la cita, que reunió a distintos intelectuales de América Latina, además de líderes y activistas, se reflexionó en torno al impacto que generará a futuro lo que denominaron la "Tercera Revolución Productiva", que se consolidó con la emergencia sanitaria. Ello, considerando que el confinamiento obligó a cambiar las formas de trabajo por la virtualidad.
"Estamos asistiendo ya, derechamente, a la instalación de una revolución productiva y eso va a tener enormes consecuencias a futuro con el mercado del trabajo y con los nuevos desafíos que se plantean a las personas para poder insertarse al mundo del trabajo. Y, lo que va a ser más preocupante, otra vez, será la pérdida de derechos laborales... en esta nueva circunstancia de revolución productiva. Eso es lo que ya estamos viviendo: la incertidumbre, la pérdida de normalidad, la imposibilidad de planificar la vida como estábamos acostumbrados", dijo la académica, quien agregó que este cambio no solo tiene que ver con la crisis sanitaria que vivimos a nivel mundial, sino también son consecuencias que se relacionan con la transformación productiva a nivel mundial.
LOS TRES CAMBIOS
Agregó que este cambio tan drástico y dramático ya ocurrió antes en la sociedad moderna, cuando una economía rural, basada fundamentalmente en la agricultura y el comercio, pasó a una economía de carácter urbano, industrializada y mecanizada, a la cual se sumó el desarrollo del transporte (por la producción del acero para las líneas férreas y de nuevos combustibles). Ahora, entonces - comenta la académica- esta pandemia se sincronizó con la Tercera Revolución productiva, que tiene que ver con la instalación de la digitalización.
"A lo mejor esa sincronía no es azarosa, sino que es una sincronía que se condice con la instalación de este nuevo marco productivo... Advertir que esta sincronía, entre pandemia mundial y la instalación brusca y cambio que estamos teniendo en el modo de producir, ...en la medida que cambian las condiciones laborales, en la medida en que el trabajo aparece como algo externo a la institución (porque no estamos presentes), puede que cambien los vínculos laborales, y si cambian los vínculos laborales, cambian el estándar de los derechos de quienes trabajamos", reflexionó la académica.
La doctora González subrayó que este análisis es importante, sobre todo para Chile que está viviendo un proceso constituyente; un proceso que representa la voz de las y los trabajadores que se verán enfrentados a la defensa de derechos que, tal vez, con el cambio tecnológico tiendan a cuestionarse y/o a querer suprimirse.
En su reflexión sobre el impacto que esta revolución productiva generará, la doctora González agregó que el ser humano pasaría a ser solo un intermediario de la tecnología y digitalización de la nueva forma de producción. En concreto, el teletrabajo es un cambio importante, que puede generar modificaciones en las contrataciones, en la relación laboral, en los horarios, en el sistema previsional, en la cobertura de la salud. Cambios que las empresas pueden traducir en la externalización de los servicios y que nos obligan a todos a preguntarnos qué queremos y hacia dónde avanzamos como sociedad.
PURANOTICIA