Científicos aclararon un misterio surgido hace más de 80 años, cuando cientos de esqueletos de lactantes fueron encontrados en un pozo cercano al Templo de Hefestos, en Atenas.
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Una investigación científica realizada por expertos de la Universidad de Waterloo en Ontario y de la Universidad de Washington en San Luis, descifró el misterio tras el hallazgo de los esqueletos de 450 recién nacidos que arqueólogos descubrieron en un pozo durante una excavación del Ágora de Atenas en 1931.
De acuerdo a lo publicado por el tabloide británico Daily Mail, en base a un reportaje de la revista Newsweek, esta investigación descartaría que los bebés fallecieran como víctimas de un infanticidio masivo, sin embargo plantea la existencia de una macabra tradición en la antigua Grecia.
Los científicos sugieren que los lactantes fueron arrojados a menos de una semana después de haber nacido, tras morir por causas naturales.
Esta práctica se habría desarrollado porque en la antigua Atenas los bebés no eran considerados ciudadanos de pleno derecho hasta ser sometidos a una ceremonia de aceptación que tenía lugar a los 10 días después de su nacimiento. Los cuerpos corresponderían a niños muertos antes de la ceremonia, arrojados al pozo por las parteras atenienses poco después de su deceso, según explicaron los responsables de la investigación en Newsweek.
La antigüedad de los restos fue datada entre el año 165 y el 150 antes de Cristo, en el final del Período Helenístico, justo antes de que Grecia fuera conquistada por Roma.
Un tercio de los cadáveres habría fallecido por meningitis bacteriana, enfermedad frecuentemente relacionada con el corte del cordón umbilical con instrumentos no esterilizados. Sólo uno de los cuerpos, de un pequeño de 18 meses de edad, presentaba signos de abuso frecuente, siendo tal vez el ejemplo más antiguo de abuso infantil que se ha encontrado.
Pn/ci
AGENCIA UNO
