"Sentí un golpe seco en mi cabeza, en mi cara, me di vuelta y el carabinero seguía apuntándome".
Eran pasadas las 19.30 de este viernes, cuando el fotógrafo Marcelo Hernández terminaba de cubrir las manifestaciones de Plaza Italia, retratando como un carro lanzaaguas se quemaba por completo. Pocos momentos después recibía una bomba lacrimógena en la cara disparada por Carabineros.
"Antes de pegarme la lacrimógena en la cara pasaron dos cerca mio y perdigones que bañaban el lugar y la espalda de la gente que corría", señaló el fotógrafo de agencia Aton.
Para Hernández las protestas son pan de cada día y no lo ponen nervioso, pero aún así al mirar como un uniformado le apuntaba con una lacrimógena todo pareció resignificarse.
"Sentí un golpe seco en mi cabeza, en mi cara, me di vuelta y el carabinero seguía apuntándome. Yo no atinaba a nada, quedé inmóvil luego del golpe, no entendía que pasaba, sólo atiné a tocarme mi ojo derecho al que desde la ceja y el párpado le corría sangre", relató Hernández.
La máscara antibalística que ocupa para fotografiar lugares conflictivos le ayudó a sortear con suerte el disparo a quemarropa.
"Sin la máscara no sólo hubiese perdido el ojo sino la vida", señaló.
Hernández además denuncia como el uniformado sin ningún criterio "disparaba lacrimógenas como vuelto loco, y directo al cuerpo de la gente".
Después de ocurrido el hecho y con su cara ensangrentada el gráfico fue llevado en un Opel Corsa por gente cercana y fotógrafos amigos al Hospital de la Asociación Chilena de Seguridad en calle Bustamante, pocas cuadras al sur de la Plaza Italia, donde debió pasar más de 3 horas en observación para descartar lesiones aún más graves a las sufridas en su cara, cejas y ojo, que lo tienen en reposo en espera de nuevos exámenes.
PURANOTICIA