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Entre el “show” de los cabildos y la trampa de la constituyente

Entre el “show” de los cabildos y la trampa de la constituyente

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La participación ciudadana ha sido escasa para debatir sobre una nueva Constitución, en que el escepticismo y la ignorancia popular ganan terreno sobre el nebuloso proceso iniciado por Bachelet.

Entre el “show” de los cabildos y la trampa de la constituyente
Sábado 30 de abril de 2016 15:39
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Por Alejandro Darío Molina

Hace 250 años el filósofo ateo escocés David Hume dijo una frase que calza con singular oportunismo en los tiempos que corren en nuestro país. "Es sorprendente la facilidad con que los muchos son dominados por los pocos", nos legó para el bronce, entre otras varias obras y disquisiciones famosas. Porque no otra cosa es lo que se prevé que suceda en un tiempo más con los publicitados cabildos ciudadanos, que en lo que resta de este año deberán debatir sobre el muy peludo tema de qué tipo de nueva constitución queremos, o mejor dicho -el puñal debajo del poncho- de cómo instauramos una asamblea constituyente.

Es ahí donde subyace la trampa y en la que acechan los partidarios de la constituyente, pero que el gobierno se cuida bien de no darse por aludido públicamente. Se habla de nueva Constitución y de que los diálogos ciudadanos que se iniciaron en octubre del 2015, permitirán en un tiempo más a la Presidenta Bachelet redactar un proyecto que, en el segundo semestre de este año –en octubre para ser exactos-, será sometido al Parlamento para que se pronuncie sobre las modificaciones a la Constitución actual y los mecanismos propuestos por el Ejecutivo para el reemplazo de la Carta Fundamental.

LA DANZA DE LAS COMISIONES

Uno de esos mecanismos propuestos sería una "comisión bicameral", de diputados y senadores. Otro, una "comisión mixta" porque estaría integrada tanto por parlamentarios como por representantes de la sociedad civil. Pero el tema se torna muy complejo si se considera un tercer camino que el gobierno ha enunciado: "La asamblea constituyente es otro de los mecanismos posibles para procesar y debatir el proyecto de Constitución que la Presidenta enviará al Congreso. Los parlamentarios votarán entre ésta o las dos opciones anteriores para reemplazar la Carta Magna de nuestro país. En el caso de que el Congreso así lo decida o no llegue a consenso sobre qué mecanismo se empleará en la discusión de la Nueva Carta Fundamental, se llevará a cabo un plebiscito para que la ciudadanía decida entre una Comisión Bicameral, una Convención Constituyente Mixta o la Asamblea Constituyente".

Lo único claro, al cabo de este enredo, es el fin que persigue aquella minoría que presiona desde antes de que Bachelet fuera elegida para su segundo mandato, con la siempre dudosa y polémica asamblea constituyente.

Es aquí donde cobra cuerpo lo que señala Hume, que los pocos van a dominar a los muchos, con el simple expediente de propugnar con la reconocida elocuencia de la izquierda y ultraizquierda, más el no menos dudoso proselitismo de los ministros, otros altos funcionarios y mandos medios gobiernistas, la instauración de esa asamblea constituyente.

Pero ese es el fin último, que no se verá en el mandato de Bachelet. En los próximos dos años estaremos abocados a discusiones que irán desde horas de peroratas bizantinas hasta poco claros procedimientos para separar la paja del trigo. Y de la gramínea quedará muy poco, a la postre, salvo el objetivo de llegar a la constituyente.

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PALABRA DE UN SOCIALISTA VIP

No por nada el agente de Chile ante el tribunal de La Haya, el socialista José Miguel Insulza, se mostró incrédulo del proceso iniciado con los cabildos populares –que son a nivel comunal, provincial y regional-, opinión que le valió la reprobación oficialista, y recientemente ha dicho con todas sus letras: "Nunca he entendido por qué razón debiera pasar tanto tiempo, cuando un buen proyecto, una buena propuesta, con alternativas y todo, podían haber sido puestos a discusión de las fuerzas políticas, y de ahí hacia abajo...".

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Ni siquiera los pasos iniciales del proceso que echó a andar la Presidenta Bachelet están cumpliendo con el objetivo trazado. Los cabildos ciudadanos carecen de relevancia y, lo que es peor, de verdadera participación. Una de las causas es la falta de cultura cívica, que se perdió en la noche de los tiempos, cuando en nuestro país se eliminaron las clases de educación cívicas en los colegios. Sólo en la tercera edad queda el recuerdo de esa instrucción propia de nuestra tradición republicana, pero que resulta letra muerta para toda nuestra juventud y el ciudadano maduro menor de 50 años. Entonces, la ignorancia cívica hace más oneroso el proceso, amén de la escasa información existente sobre tan nebulosa materia constitucional.

LOS CABILDOS, UN "FOCUS GROUP" AMPLIADO

El intelectual Carlos Peña, rector de la Universidad "Diego Portales", ha definido el proceso constituyente y los cabildos ciudadanos con mucha singularidad: "Serán una suerte de focus group ampliado, cuyo resultado se asemejará a una lista de preferencias (...) recogidos en el proyecto gubernamental, podrán más tarde exhibirse como la expresión de una decisión política del pueblo".

El senador UDI Hernán Larraín, a su vez, opinó que "es muy fácil hablar y pronunciarse en este tipo de procesos como si en verdad se tratara de un debate abierto, donde tenga todo el mundo la posibilidad de participar, de convencer unos a otros de la forma que queramos vivir y hacer de Chile un país que nos satisfaga transversalmente. Pero gana hasta el momento el escepticismo, porque cuesta imaginarlo cuando son los ministros y funcionarios de gobierno, encabezados por Bachelet, los encargados de promocionar en los cabildos el proceso constituyente".

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DE LA EDUCACIÓN CÍVICA A LA FARÁNDULA

Para poner un aspecto más de incomprensible sustento al proceso constituyente, la Presidenta Bachelet creó una variopinta comisión -de las que es tan afecta- llamada Consejo Ciudadano de Observadores. Su tarea es "garantizar la transparencia de los diálogos ciudadanos" y velar por que los cabildos de marras se lleven a cabo "sin presiones ni distorsiones". Cuando uno revisa los nombres de sus componentes y ve al futbolista Jean Beausejour, al sicólogo Benito Baranda, a la baterista de Los Jaivas, Juanita Parra; al empresario Roberto Fantuzzi, al abogado Arturo Fermandois, al escritor y director del periódico "The Clinic", Patricio Fernández; el cientista político Hernán Larraín Matte; a Ruth Olate, presidenta de la Federación Nacional de Trabajadoras de Casa Particular, y a Cecilia Rovaretti, periodista y viuda del opinólogo Ricarte Soto, uno no puede menos que concluir en que hay un trasfondo mediático, de gesto hacia la galería, entre testimonio de educación cívica y de farándula. ¿De qué manera este consejo va a poder estar en todos los eventuales cabildos que se desarrollen, como se pretende, a lo largo de todo el país para dar fe de esa tal transparencia, sin presiones, sin distorsiones y sin que unos pocos arrasen con los muchos a la hora de las decisiones para llegar a un igualmente dudoso consenso?

¿ESTRATEGIA PARA DISTRAER A LA CIUDADANÍA?

En la oposición las opiniones parecen divididas en cuanto a participar del proceso. Para Amplitud y Evópoli, no hay que restarse para no dejarle todo el campo a la Nueva Mayoría y luchar por convencer con sus ideas frente a la intervención de los cabildos de parte del gobierno y sus adláteres. En RN y la UDI no creen en el cronograma de dicho proceso, pero el diputado gremialista Patricio Melero aseguró hoy que su partido va a presentar una propuesta de reforma constitucional, aunque no precisó cuándo. En la hora actual, hay quienes creen en que toda esta parafernalia del proceso constituyente no es más que una estrategia para mantener ocupada y distraída a la gente y así la ciudadanía se desentienda de los vaivenes y tumbos que está dando y podría seguir dando el gobierno de Bachelet y su Nueva Mayoría. Ahí puede estar la raíz del escepticismo más o menos generalizado y, también, del peligro de una trampa que han tendido los acérrimos partidarios de una asamblea constituyente a todo trance.

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