
La joven colombiana estaba en Chile hace unos meses buscando mejores oportunidades.
El país completo se ha visto sacudido por el escalofriante caso de Juliana Andrea Aguirre Acevedo, la ciudadana colombiana de 21 años que fue asesinada a manos de su pareja.
La brutal noticia salió a la luz luego de que sus restos fueron encontrados en el río Mapocho, en horas de la tarde del pasado domingo 6 de marzo.
Sin lograr identificar a la víctima, pues sus huellas dactilares no se hallaban en la base de datos actual, la Policía de Investigaciones (PDI) comenzó a difundir fotografías de sus tatuajes y accesorios.
Tanto en redes sociales como a través de los distintos canales de televisión se exhibieron dichas imágenes y fue así como una manicurista reconoció el diseño que ella misma le había realizado en la uña de un pie a Juliana.
Con estas pistas se logró su identificación, lo que llevó directo hacia Edwin Vásquez, un colombiano de 25 años, presunto autor del homicidio y quien fue detenido en la madrugada de este miércoles 9.
El hombre, pareja de Juliana, no tardó en reconocer su horroroso crimen, revelando detalles como que utilizó un cuchillo carnicero para descuartizarla, realizando torniquetes para evitar un mayor sangrado. Dato aparte es que Edwin afirmó tener conocimientos sobre cómo descuartizar cuerpos humanos, pues señaló pertenecer a la policía rural de Colombia; institución que legalmente no existe. Y además, se especula que habría aprendido técnicas de desmembramiento cuando trabajaba en la funeraria de su padre.
El sujeto quedó en prisión preventiva durante los 9 meses que dure la investigación y, desde ya, arriesga duras penas de cárcel que partirán desde los 10 años.
El origen
Según la información recabada en estos días, Juliana Aguirre y Edwin Vásquez aterrizaron en Chile el 27 de noviembre del 2015 en busca de nuevas oportunidades.
Primero, compartieron un departamento en el sector de la comuna de San Pablo, pero ahora vivían juntos en un inmueble en la calle Huérfanos, en pleno Santiago Centro. Él trabajaba en un restaurante del mall Costanera Center, mientras que ella se desempeñaba como mesera en un local de comida rápida.
Según constataron vecinos de esta pareja, ambos jóvenes enfrentaban graves problemas de violencia intrafamiliar. Sin embargo, ninguno imaginó que Vásquez terminaría asesinando a su polola al interior de su propio departamento. Y tampoco nadie denunció previamente, pues se trata de prácticas comunes en el sector.
De acuerdo con la investigación, en la tarde del sábado pasado la pareja habría iniciado una fuerte discusión por celos, con golpes de ambos y que habría terminado con Edwin asfixiando a su pareja y descuartizándola en la tina del baño.
De forma macabra, el colombiano guardó los restos de Juliana en dos bolsas de supermercado y los llevó en un taxi hasta un puente en el sector de Cal y Canto. Desde allí, arrojó el sábado en la noche la cabeza y el tronco; mientras que, el domingo en la mañana hizo lo mismo con las extremidades.
Alrededor de las 16.00 horas de ese día, los restos de Juliana fueron encontrados por un trabajador de la empresa Río Maipo.
Cifras de inmigración
El caso de esta joven colombiana, sin duda, trae al tapete la cara más dura de la inmigración, que tiene que ver con un número en alza que no da suficiente abasto.
De hecho, según el Servicio Jesuita de Migrantes (SJM), Chile podría alcanzar un millón de ellos de aquí a ocho años, si es que continúa esta tendencia de ingresos.
Los datos revelan que a la fecha existen 477 mil 553 extranjeros en el país. En 2014, 36 mil 024 recibieron su permanencia definitiva, mientras que otros 137 mil 972 obtuvieron residencia temporal.
Y aunque los peruanos lideran la inmigración en Chile, son otras las nacionalidades que más crecen porcentualmente a la hora de obtener la residencia definitiva, en los últimos 10 años.
Este tipo de residencia crece en un 76.200% en el caso de los haitianos; le siguen los dominicanos con un 3.851%; y en tercer lugar aparecen los colombianos con un 1.349%.
Hace poco fueron bautizadas como las "comunidades emergentes", pues llegan a Chile con una meta fija: conseguir mejores oportunidades de vida.
Respecto a los colombianos, como es el caso de Edwin Vázquez y su pareja asesinada, el Departamento de Extranjería y Migración estima que son 28.491 los residentes en Chile, lo que representa el 6% del total de inmigrantes en el país.
"Colombia era el año pasado la quinta comunidad extranjera en Chile y pasó a ser la cuarta, desplazando a Ecuador", detalló al respecto Rodrigo Sandoval, Jefe Nacional del Departamento de Extranjería y Migración.
Florencia Saffirio, por su parte, coordinadora nacional del área social del Servicio Jesuita a Migrantes, asegura que mientras los dominicanos y haitianos vienen en busca de una mejor calidad de vida, los colombianos escapan de la violencia que vive un sector de su país.
"Los colombianos que vienen a Chile son principalmente del Valle del Cauca y de ciudades como Buenaventura o Cali, que son sectores golpeados por una crisis humanitaria", comenta.
Por otro lado, los colombianos y dominicanos, por el manejo del idioma, trabajan principalmente en servicios como peluquería, atendiendo restaurantes o vendiendo. "Su cultura es mucho más hospitalaria y está orientada al buen servicio, a tener un trato directo con las personas", añadeSaffirio.
En tanto, los haitianos trabajan en industrias, construcción, bombas de bencina y trabajos de carga, porque son empleos en donde no se necesita dominar el castellano.
Finalmente, cuando llegan a Chile, la mayoría las comunidades se instalan en el centro de Santiago, ya que es ahí donde hacen el papeleo para entrar al país.
En una segunda instancia buscan a sus compatriotas para radicarse y, en el caso de colombianos y dominicanos, se les puede ver más en comunas céntricas de la capital.
PURANOTICIA