Las autoridades precisaban que el joven cruzó de forma voluntaria la frontera y se adentró en Gaza el 7 de septiembre de 2014.
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Casi un año después de la desaparición de Avraham Menguisto, etíope-israelí de 29 años, al cruzar la verja fronteriza con Gaza, su familia ha roto el silencio y pide a la comunidad internacional ayuda para conseguir alguna pista sobre su estado, movida por una incertidumbre que la carcome.
"Sólo le pido a Dios que nos ayude, os pedimos que nos ayudéis", exhala entre sollozos la madre, Aguermesh Menguisto, que postrada sobre un sillón del salón de la casa de uno de sus vástagos, asegura no distinguir el día de la noche desde la desaparición de su hijo.
El caso permaneció bajo total oscuridad hasta el pasado 9 de julio, cuando los medios israelíes daban la información, posteriormente confirmada por el Gobierno, de que el joven, que sufre algún tipo de incapacidad presumiblemente agudizada por una depresión, había desaparecido y se encontraba retenido en contra de su voluntad por el movimiento islamista Hamás en Gaza desde hacía diez meses.
Las autoridades precisaban que el joven cruzó de forma voluntaria la frontera y se adentró en Gaza el 7 de septiembre de 2014.
Más allá de esos escuetos datos, sus familiares aseguran no saber nada sobre 'Avera', como denominan cariñosamente al desaparecido.
"Nuestro hermano debe tomar su medicación, este es un caso estrictamente humanitario", comenta a Efe Ilán Menguisto, uno de los 8 hermanos que integra el clan y que ha asumido el papel de portavoz, pues los progenitores únicamente hablan amárico.
Esta humilde familia se estableció en la ciudad costera de Ashkelón en 1992, un año después de haber emigrado a Israel desde Gondar (Etiopía) y, como les sucede a muchos otros congéneres, las barreras idiomáticas, culturales y la falta de medios económicos parecen haber jugado en su contra.
Otro hecho dramático marcó la historia familiar: el fallecimiento de uno de los hijos, Mijael, por razones que prefieren no especificar y que precisamente estaba muy unido a Avera, lo que provocó que éste cayera en una fuerte depresión con los consiguientes ingresos hospitalarios, la necesidad de medicación y las huidas del joven hacia ninguna parte.
"No era la primera vez que mi hermano se iba y se perdía. Una vez lo encontraron por el norte del país. Pero cuando me llamaron del 'Shabak' (servicio de inteligencia interior) y me contaron lo que sucedió con Avera no me lo podía creer", describe Ilán.
En las gestiones para lograr el regreso del joven el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha designado al coronel retirado Lior Lotan, cuyo trato supuestamente altanero y denigrante fue grabado por los propios familiares y aireado por los medios.
La familia había sido instruida a no hablar públicamente del caso, pero la noticia corrió como la espuma el mes pasado entre la comunidad judía etíope de Israel, que en el último año ha protagonizado enfrentamientos con la policía en protestas por la discriminación racial que sufre el colectivo.
Los Menguisto intentan dejar el tono de censura al Gobierno a un lado y dicen que el último contacto con Lotan fue "hace dos semanas".
Prefieren centrar sus esfuerzos en abrir el caso al mundo en busca de cualquier asistencia o nuevos canales de interlocución como organismos internacionales o países "en contacto con Hamás".
Quieren dejar claro asimismo que su hermano nunca vistió uniforme militar israelí debido a su frágil salud mental, para negar las declaraciones del número dos del buró político de Hamás, Abu Marzuq, quien aseguró que el grupo tenía en su poder a un "soldado etíope", apresado durante el último enfrentamiento armado en la zona.
Para ello presentan dos documentos a los que ha tenido acceso Efe, uno de los cuales es la exención de ir a filas, y el otro es un parte médico de ingresos hospitalarios, lo que demostraría su condición y la necesidad de recibir medicación urgente.
"No tenemos información y no tenemos otra opción que creer en las gestiones que se llevan a cabo", pronuncia con un irrefrenable balbuceo el padre, Haili Mengisto, de semblante enjuto y frágil, quizá debido al hecho de que lleva meses sin hogar tras abandonar el domicilio familiar.
Israel aún recuerda la traumática captura del soldado Guilad Shalit, durante más de cinco años en manos de Hamás en Gaza.
Su puesta en libertad en un canje por un millar de presos palestinos se produjo tras fuertes presiones sociales y una inaudita campaña lanzada por sus padres, que recorrieron todo el país e instancias internacionales exigiendo la libertad de su hijo.
"Soldado o no soldado nuestro hijo es una persona", abunda el progenitor al rechazar comparaciones con el apresamiento de Shalit.
Israel informó en julio de que otro ciudadano de origen árabe se encuentra en cautividad en Gaza, caso del que no se conocen apenas detalles.
Pn/fg
EFE.
