Las piscinas están abiertas y a los restaurantes les va muy bien. Islandia ha sufrido mucho menos que otros países durante la pandemia.
Sí, Islandia es una isla remota en el Atlántico Norte, con un solo aeropuerto internacional. Y sí, es el hogar de menos de medio millón de personas.
Por lo tanto, sería justo suponer que tiene que agradecer la suerte de poder convertirse en el primer país de Europa en deshacerse virtualmente del Covid-19.
Pero diles eso a los islandeses y no harás muchos amigos. Porque cuando apartas la geografía y miras los detalles, hay más; y estos isleños están bastante orgullosos de su éxito.
Es jueves por la noche y los jóvenes acuden en masa a la noche de karaoke en el centro de Reikiavik, la capital, gritando en el micrófono interpretaciones de todos los clásicos. Se abrazan y se besan, mientras gotitas de saliva vuelan por el aire.
En Reikiavik ya disfrutan nuevamente de sus noches de karaoke.
Las salidas nocturnas, los restaurantes, los conciertos y todo lo que el resto de Europa anhela están de vuelta en el país.
Solo hay 20 casos confirmados de coronavirus al momento de escribir este artículo. Una persona está siendo tratada en el hospital e Islandia ha tenido un total de 29 muertes, lo que equivale a 8,5 por cada 100.000 personas.
"Me he estado preparando para esta pandemia durante 15 años", dijo Thorolfur Gudnason, el epidemiólogo jefe de Islandia, cuando la BBC le preguntó exactamente cómo lo había manejado.
Gudnason fue puesto a cargo de la respuesta a la pandemia de Islandia desde el principio.
"Decidimos de inmediato lo que haríamos: realizar pruebas, rastrear contactos y aislar a todos los diagnosticados. Hicimos esto de manera agresiva, desde el primer día", apuntó.
Su equipo de rastreo de contactos, integrado por detectives de la vida real, estaba en funcionamiento antes de que Islandia registrara su primer caso.
Después de erradicar el virus de la sociedad, Islandia erigió fronteras de acero. Desde junio del año pasado, todos los pasajeros que llegan han sido puestos en cuarentena y hay pruebas obligatorias en el aeropuerto.
Las aguas termales de Islandia son un gran atractivo para los turistas.
Algo que algunos países tardaron casi un año en descifrar, Islandia lo descubrió en unos meses. Si la sociedad tenía alguna posibilidad de reabrirse, el virus tenía que ser contenido al entrar.
Cuando le pregunté a Thorsteinsson qué le había dado a Islandia esta ventaja, fue enfático: "han sido los científicos quienes han creado las reglas, no los políticos. Eso importa. Ellos saben de lo que están hablando, los políticos no".
En cada paso, Islandia ha seguido la ciencia, liderada por el profesor Gudnason y su equipo, sin que los políticos participen en las reuniones informativas diarias.
Sobre la pandemia, la primera ministra de Islandia, Katrin Jakobsdottir, dijo que "esta pandemia me ha mantenido despierta durante todo un año. Solo desearía que todo terminara y pudiera volver a hablar de política de nuevo", señala.
Alguna ayuda inesperada obtuvo desde el principio. Reikiavik es el hogar de una de las principales empresas de genética humana del mundo, dirigida por Kari Stefansson, un hombre animado de unos 70 años de edad que ha alcanzado el estatus de celebridad en Islandia.
A los pocos días de la llegada del virus a la isla, Stefansson acordó poner en manos de los científicos sus laboratorios de última generación para rastrear la propagación.
"Al principio, esto parecía la extinción de la humanidad, así que nos lanzamos con toda nuestra fuerza", dijo Stefansson mientras recorríamos los laboratorios.
"Somos una pequeña comunidad. Todos sabían que podíamos hacer esto, así que estaba claro que teníamos que hacerlo".
Desde entonces, sus equipos han secuenciado cada caso positivo para comprender cómo se está propagando y cambiando. Señala que como el virus muta con cada cuarta transmisión, el 25% de las veces, ellos pueden averiguar quién se lo ha transmitido a quién. "¿Se lo transmitió Juan a Pedro o Pedro a Juan?", explica.
El eficaz mecanismo de rastreo de contactos de Islandia es considerado como una de las claves para poder reanudar las actividades de ocio nocturno.
No tiene ninguna duda de que esto ha ayudado a Islandia a mantenerse por delante. "Para mí, ha sido un momento divertido. Me siento un poco culpable de admitirlo, pero ha sido emocionante", apunta.
Durante meses, Islandia ha logrado evitar que la variante británica ingrese al país al contener los casos en la frontera.
Pero mientras estuve allí, el equipo de Kari Stefansson notó que el primer caso se había filtrado y había contagiado a otra persona.
Esa persona había ido a trabajar a un hospital y, luego, a un concierto con otras 800 personas en el que habían socializado en el bar durante el intermedio.
Parecía un desastre, pero en cuestión de horas, todos habían sido contactados y en unos días más de 1.000 personas habían sido evaluadas. Se identificaron dos casos más y todos los infectados fueron trasladados al hotel de aislamiento.
Sorprendentemente, la variante estaba contenida, incapaz de causar el caos visto en otras partes de Europa en este momento.
"Normalmente somos una nación bastante rebelde, pero prosperamos en una crisis", señaló Stefansson con orgullo.
PURANOTICIA // BBC MUNDO