Por primera vez, el Partido Laborista permite participar en la elección de su líder a cualquier ciudadano que aparezca en el censo electoral británico.
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El plazo para inscribirse como simpatizante del Partido Laborista británico para elegir a su nuevo líder concluyó hoy en cifras récord y entre temores a que partidarios de otras formaciones se hayan infiltrado para intentar distorsionar el resultado, que se conocerá el 12 de septiembre.
El proceso de registro ha cerrado con una cifra récord de 250.000 nuevos miembros y simpatizantes, lo que aumenta hasta cerca de 450.000 el número de personas que tendrán derecho a voto en unos comicios en los que parte como favorito el candidato izquierdista Jeremy Corbyn.
Diversos diputados laboristas han alzado la voz para pedir que se paralice el proceso, convencidos de que simpatizantes de formaciones como el Partido Verde, el Partido Conservador y el eurófobo Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) han eludido los controles y harán valer su voto para elegir al sucesor de Ed Miliband.
Por primera vez, el Partido Laborista permite participar en la elección de su líder a cualquier ciudadano que aparezca en el censo electoral británico, previo pago de una tasa de tres libras (4,23 euros) para registrarse como simpatizante y siempre que asegure "apoyar los valores y los objetivos" del laborismo.
La dirección del partido ha rechazado hasta ahora unas 1.800 peticiones, entre ellas 200 que procedían de antiguos candidatos del Partido Verde, una de un diputado conservador y la del cineasta británico Ken Loach, fundador en 2013 de la formación Unidad de Izquierdas.
Con todo, parlamentarios laboristas como Graham Stringer han alertado de que el proceso podría sumir a la formación en el "caos" dado que, en su opinión, mucha gente "ha mentido al asegurar que son simpatizantes del Partido Laborista" para participar en la votación, abierta desde el 14 de agosto hasta el 10 de septiembre.
Otros laboristas, como la diputada Diane Abbott, sostienen que el miedo a que infiltrados de otros partidos influyan en la elección del nuevo líder proviene de aquellos políticos que "creen que su bando va a perder".
A dos días para que los afiliados y simpatizantes comiencen a enviar sus votos, Corbyn, el candidato preferido por el ala más progresista del laborismo, lidera las encuestas con una amplia diferencia respecto a los otros tres aspirantes.
El veterano político de 66 años, que se opuso a la guerra de Irak en 2003, ha criticado la visión económica del partido y defiende clausurar el programa de armas nucleares del Reino Unido, lidera contra pronóstico la carrera por liderar el laborismo con una clara ventaja.
Corbyn, que ha recibido el apoyo de los principales sindicatos del país, la mayor fuente de financiación de los laboristas, pretende echar por tierra los planes del sector más tradicionalista de la formación, que aspira a virar al centro tras el descalabro de Miliband en las últimas elecciones, que algunos analistas achacaron a un exceso de acento en las políticas de izquierdas.
Algunos laboristas, como el diputado Simon Danczuk, han llegado a decir que si Corbyn se erige como líder encontrará difícil mantener la disciplina del partido, ya que diversos parlamentarios no querrán votar a favor de "locas ocurrencias izquierdistas".
Frente a Corbyn, que se llevaría el 53 % de los votos, según las últimas encuestas, se sitúan Andy Burnham, que sumaría el 21 %, e Yvette Cooper, que recibiría el apoyo del 18 % de los militantes y simpatizantes.
También participa en el proceso Liz Kendall, la preferida por los sectores de la formación más cercanos al antiguo primer ministro Tony Blair (1997-2007), si bien está prácticamente descartada según los sondeos, que le otorgan tan solo el 8 % de los votos.
Burnham era el favorito para suceder a Miliband antes de la aparición en escena de Corbyn, que asegura que presentó su candidatura para "generar debate" más que para liderar la carrera a Downing Street.
Andy Burnham, de 45 años, era visto al principio de su carrera como un acólito de Blair, si bien llegó al Gobierno de la mano de Gordon Brown, que le nombró primero ministro de Cultura, Medios de Comunicación y Deportes, y ministro de Salud más tarde.
Por su parte, Cooper, de 46 años, fue hace 16 años la secretaria de Estado de Salud más joven del Reino Unido y ocupó el puesto de ministra de Trabajo y Pensiones durante el último año del Gobierno de Brown.
Pn/co
EFE
