En octubre, las isapres registran la mayor pérdida de beneficiarios en doce meses, sumando 325.625 afiliados menos en lo que va del año. La crisis se intensifica por las alzas anuladas del precio GES y la espera de devoluciones por fallo judicial, generando un éxodo hacia Fonasa.
Las isapres atraviesan la mayor crisis de su historia, evidenciada por una constante pérdida de afiliados. En octubre, alcanzaron su nivel más bajo en más de doce años, totalizando 2.750.997 beneficiarios, 12,73% menos respecto al mismo mes del año anterior, marcando la mayor baja interanual en ese período.
Según informó La Tercera, este año, las aseguradoras privadas sufrieron una fuga récord de afiliados, perdiendo 325.625 en total. Cruz Blanca y Consalud encabezan la lista de salidas, afectadas principalmente por las alzas del precio GES en octubre de 2022, que ahora se revierten según orden de la Corte Suprema.
La crisis se traduce en diversos efectos, como una disminución en la atención a afiliados y un aumento de planes, llevando a que muchas personas migren de las isapres a Fonasa. Esta tendencia a la desafiliación se mantiene desde febrero de 2020, con octubre de 2023 marcando un nuevo récord histórico de salidas.
Las isapres atribuyen la fuga a la situación económica del país y anticipan que, con la mejora económica, estas cifras de desafiliación podrían revertirse. No obstante, la incertidumbre persiste ante la anulación de alzas y las devoluciones por fallos judiciales, desafiando la estabilidad del sistema de salud privado.
La crisis se agrava con la anticipación de una baja del 12% en sus ingresos a partir de enero, resultado de la anulación de las alzas del precio GES implementadas en octubre de 2022. Además, aguardan la implementación de otro fallo judicial sobre la tabla de factores, que podría llevar a devoluciones por un total de US$1.000 millones, según estimaciones del gobierno.
La situación económica y las alzas de planes han impactado negativamente en la percepción de los afiliados, generando una continua migración hacia Fonasa. La salida masiva de beneficiarios, que se ha mantenido durante 45 meses, se intensifica en 2023, marcando récords históricos y posicionando a las isapres en una encrucijada que desafía su estabilidad y viabilidad a largo plazo.
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