
La coordinadora académica de la carrera de Medicina de la Universidad de O’Higgins (UOH), Francisca Ávila, explica que nuestro cuerpo funciona en base a un reloj biológico regulado por la luz natural y la producción de melatonina.
Con la entrada en vigencia del horario de verano, que comienza a la medianoche con el adelanto de los relojes en 60 minutos, el organismo deberá enfrentar un proceso de ajuste que no siempre resulta sencillo. La alteración del reloj biológico puede provocar cansancio, irritabilidad o dificultades para dormir, efectos que en algunos casos duran pocos días, pero que en niños y adultos mayores podrían extenderse por semanas.
La coordinadora académica de la carrera de Medicina de la Universidad de O’Higgins (UOH), Francisca Ávila, explica que nuestro cuerpo funciona en base a un reloj biológico regulado por la luz natural y la producción de melatonina. “El cambio de hora es un proceso no fisiológico, así que nuestro organismo va a tener que adaptarse. Es normal que se alteren los ciclos de sueño y vigilia, porque la luz natural es clave en nuestro reloj biológico”, detalla la especialista en calidad de vida.
El nuevo horario traerá tardes más extensas, pero también amaneceres más tardíos que dificultan el despertar natural. Esto, según Ávila, “puede afectar la concentración, el ánimo y la productividad en los primeros días de ajuste, especialmente en niños, niñas y adultos mayores”. La académica añade que “el tiempo de adaptación es sumamente relativo. Mientras algunas personas lo logran en tres días, en niños o adultos mayores puede tardar semanas. Si luego de haber transcurrido este tiempo no se logra un buen descanso, pues habría que consultar a un especialista. Nada mejor para adaptarse que poder conciliar un sueño reparador”.
La docente recomienda planificar con anticipación rutinas ordenadas que ayuden al organismo a suavizar la transición. Entre las medidas, sugiere “dormir en ambientes tranquilos, preferir cenas livianas y evitar cafeína o energizantes, esto como medidas clave para enfrentar la transición”. También resalta la importancia de exponerse a la luz natural en la mañana y consumir alimentos ricos en triptófano como plátano, frutos secos, legumbres o pescado, ya que favorecen la producción de melatonina.
“Es fundamental preparar al organismo. Una rutina de horarios regulares, cenas ligeras y actividades relajantes al final del día son esenciales para preparar el cuerpo antes de descansar o dormir. Transcurrida la noche, la luz natural en la mañana es nuestro mejor aliado para recuperar el equilibrio”, subraya Ávila.
La especialista enfatiza que la constancia es fundamental para reducir las molestias del cambio de hora. Mantener horarios regulares, incluso los fines de semana, junto con una alimentación saludable, buena hidratación y actividad física, ayuda a minimizar los efectos negativos. “Acostarse y levantarse siempre a la misma hora, incluso los fines de semana, reduce el cansancio, mejora la concentración y previene alteraciones del ánimo”, puntualiza.
Con estas recomendaciones, la experta plantea que el ajuste al horario de verano puede ser menos estresante y más natural, favoreciendo el bienestar en una etapa del año marcada por días más largos y activos.
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