Odion Eboigbe y Boubacar Touré sacaron a varias personas de los restos del vehículo que estalló en llamas.
Cuando Boubacar Touré y sus compañeros de departamento escucharon un estruendo sonoro y repentino al lado de su vivienda, pensaron que era un terremoto. Entonces abrieron las ventanas de la cocina, donde estaban preparando la cena, y uno gritó: "se cayó un bus".
"Corrimos hacia donde estaba el bus ardiendo y escuché a una mujer gritar: 'mi bebé, mi bebé'", cuenta Boubacar, de 27 años y procedente de Gambia.
"Conseguí sacarla a través de la ventana y luego a su hijo, quien sufría quemaduras pero seguía vivo".
El autobús llevaba a turistas de regreso a un cámping tras un día en el centro histórico de Venecia.
Se desplazaba por un paso elevado muy transitado cuando de repente se desvió el pasado martes en la tarde, rompió las vallas y se precipitó varios metros hasta caer sobre una vía de tren donde estalló en llamas.
Al menos 21 personas murieron. De los 15 heridos, la mayoría sigue en cuidados intensivos. Entre las víctimas se encontraban niños, incluyendo un bebé.
Entre los muertos hay nacionales de siete países, incluyendo Ucrania, Alemania, Rumanía y Portugal.
Atención: Esta historia contiene descripciones de escenas perturbadoras
Boubacar describe cómo agarró el extintor del autobús para intentar apaciguar las llamas, pero no fue suficiente.
"Los transeúntes me daban otros extintores pero nada ayudaba. Teníamos que esperar por los bomberos", recuerda.
"Así que seguí sacando a otros; una mujer, un hombre y un niño. A la gente le sangraba la cabeza. Había mucha sangre".
Su compañero de departamento, el nigeriano Odion Eboigbe, estaba con él, sacando a otros de entre los restos del vehículo.
"Pudimos salvar a muchos pero desafortunadamente otros murieron", dice Eboigbe.
"No estaba asustado. No pensaba en mi propia seguridad porque veía personas con la cabeza abierta. Hoy me preguntaban mis colegas que en qué pensaban cuando caminé hacia las llamas, pero les dije que sentía que debía salvar a las mujeres y los niños", continúa.
Cuando los servicios de emergencia llegaron, pasaron horas apagando las llamas y ayudando a los heridos.
El incendio fue tan intenso que para identificar a algunos de los muertos se necesitaron muestras de ADN.
En el lugar donde el autobús giró catastróficamente, las barandillas están destrozadas y fragmentos de vidrio yacen sobre el pavimento.
Un transeúnte dejó flores amarillas.
Las autoridades dicen que no hay signos de un frenazo repentino del autobús. Las cámaras de seguridad muestran cómo, momentos antes, el vehículo subió constantemente por el paso elevado para luego reducir su velocidad y desviarse inexplicablemente contra las barreras y caer hacia un lado.
El conductor, Alberto Rizzotto, había trabajado para la empresa de autobuses durante siete años.
La causa más probable, de acuerdo a las autoridades, es que sufrió un problema médico repentino que le hizo perder el control.
Familiares de las víctimas comenzaron a llegar a Venecia desde otros países.
A bordo se encontraban "familias enteras, abuelos, nietos, cónyuges", afirmó Chiara Berti, del hospital Angelo di Mestre.
La tragedia provoca preguntas sobre el estado de las vallas del paso elevado, las cuales estaban claramente envejecidas y oxidadas.
Domenico Musicco, jefe de una asociación de víctimas de accidentes de tránsito, calificó el suceso como una "tragedia anunciada".
"El mantenimiento de las vías italianas es pobre. Se invierte muy poco en seguridad vial. Se estima que esa es la causa del 30% de accidentes", dijo Musicco a la agencia de noticias AFP.
Venecia declaró tres días de luto por esta tragedia que ha conmovido profundamente a la ciudad.
Boubacar y Odion no han dormido desde el accidente. Se encogen de hombros cuando les llaman héroes.
"Si salvar personas te hace un héroe, quizás sí", dice Boubacar.
"Cuando alguien necesita ayuda porque está muriendo, simplemente no puedes pasar de largo".
(Imágenes: Getty Images)
PURANOTICIA // BBC MUNDO