El ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, anunció este martes un "despliegue masivo" de fuerzas terrestres, marítimas, aéreas, fluviales y de misiles, así como de milicias civiles en todo el país.
La llegada del portaaviones USS Gerald R Ford a aguas cercanas a América Latina marca un hito en las crecientes tensiones entre Estados Unidos y Venezuela.
Supone la mayor presencia militar estadounidense en América Latina desde la invasión de Panamá en 1989 y al igual que Manuel Antonio Noriega hace más de 30 años, Nicolás Maduro ha sido acusado de narcotráfico y rechaza tales acusaciones.
EE.UU. mantiene una ambigüedad sobre sus intenciones al desplegar el portaaviones más moderno y grande del mundo cerca de las costas venezolanas.
Pero Caracas ya parece estar preparándose para un ataque.
El ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, anunció este martes un "despliegue masivo" de fuerzas terrestres, marítimas, aéreas, fluviales y de misiles, así como de milicias civiles en todo el país, para contrarrestar lo que considera como una amenaza para el gobierno de Nicolás Maduro.
La autoridad añadió en un mensaje televisivo que Maduro ordenó un despliegue de "casi 200.000" soldados como parte de la operación.
La llegada del "superportaaviones" estadounidense es percibida como una escalada de la campaña militar impulsada por el presidente Donald Trump contra supuestos carteles de droga que operan en Venezuela y que ya ha cobrado la vida de más de 75 personas a bordo de lanchas y embarcaciones semisumergibles.
Sin embargo, algunos analistas afirman que también podría formar parte de una estrategia más amplia destinada a debilitar o incluso derrocar a Nicolás Maduro, cuyo gobierno es considerado como ilegítimo por Washington, después de que las elecciones presidenciales del año pasado fueran calificadas como fraudulentas por la oposición y organismos internacionales.
¿Podría el ejército venezolano comandado por Nicolás Maduro resistir a un ataque de la mayor potencia militar del mundo?
Maduro aseguró en septiembre que más de ocho millones de personas se han alistado para defender a Venezuela y ha sugerido que podría armar una milicia de ese tamaño.
Ese número es ampliamente cuestionado por expertos.
"No es cierto. La cifra real es muchísimo menor. Maduro ni siquiera llegó a recoger cuatro millones de votos el año pasado", le dice a BBC Mundo James Story, exembajador de la Unidad de Asuntos de Venezuela, adscrita a la Embajada de Estados Unidos en Bogotá desde 2020 hasta 2023. "Y es un ejército con una alta tasa de deserción".
Un informe del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), afirma que Venezuela cuenta con 123.000 tropas activas, más 220.000 milicianos y 8.000 reservistas.
Story asegura que los militares venezolanos no suelen entrenar ni realizar mantenimiento y muchos integrantes de la milicia chavista ni siquiera están armados: "Quizás haya en el ejército algunas unidades capaces (de combatir), pero como fuerza de combate, no son particularmente competentes".
Añade que el ejército venezolano "es una sombra de lo que fue", pero admite que tiene "algunos recursos únicos en la región".
Aunque el ejército estadounidense supera con creces al venezolano, Caracas cuenta en teoría con material militar avanzado.
Además de cerca de 20 aviones Sukhoi que el expresidente Hugo Chávez le compró a Rusia en 2006, Venezuela adquirió más de una decena de F-16 estadounidenses en los años 1980, cuando Caracas era un gran aliado regional de Washington.
"Los aviones de ataque Sukhoi son superiores a cualquier otro en la región y algunos todavía están operativos. De los F-16, creo que uno o dos siguen funcionando", apunta Story.
En medio de las tensiones con Estados Unidos, Maduro aseguró a finales de octubre que Venezuela había puesto en "posiciones clave de defensa aérea" 5.000 misiles antiaéreos Igla-S de fabricación rusa.
"Cualquier fuerza militar del mundo sabe el poder de los Igla-S", añadió Maduro durante un evento militar transmitido por televisión.
Los Igla-S son sistemas de defensa aérea portátil de corto alcance y baja altitud con la capacidad de derribar misiles de crucero, drones, helicópteros y aviones que vuelan a baja altura.
Venezuela también cuenta con vehículos blindados chinos VN-4 y en los últimos años se convirtió en el único país sudamericano con drones armados con capacidad de ataque, que Nicolás Maduro exhibió en un desfile militar en 2022.
Los Antonio José de Sucre 100 y 200 (ANSU-100 y 200) son drones de fabricación venezolana, que derivan de versiones modernizadas de drones iraníes.
Venezuela también ha recibido de Irán lanchas de ataque rápido Peykaap-III equipada con lanzadores de misiles antibuque.
A todo esto, se suman sistemas de misiles tierra-aire Pantsir-S1 y Buk-M2E que, según el diputado ruso Alexei Zhuravlev, primer vicepresidente del Comité de Defensa de la Duma Estatal, fueron transportados a Caracas recientemente en aviones de transporte Il-76.
Pero mucho de este material sólo existe en teoría, según Andrei Serbin Pont, analista internacional especializado en política exterior y defensa y presidente de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (CRIES).
"Hay una gran discrepancia entre lo que Venezuela tiene en teoría y el material que en realidad está operacional", dice en entrevista con BBC Mundo.
En medio de reportes que han sugerido que una mayor escalada incluiría ataques directos dentro de Venezuela, los sistemas de defensa antiaérea que opera el país sudamericano han cobrado mayor interés.
Andrei Serbin Pont afirma, sin embargo, que gran parte de la red se encuentra fuera de servicio o puede ser "fácilmente neutralizada" con tecnología estadounidense, como es el caso de los sistemas de misil superficie-aire Pechora de fabricación rusa, cuya tecnología data de los años 1960.
Venezuela también cuenta con sistemas de misiles Buk, que se encuentran desplegados alrededor de Caracas y que son más efectivos, pero tampoco sería particularmente difícil para EE.UU. neutralizarlos, estima Serbin Pont.
"Además, su disponibilidad es muy baja debido a la falta de repuestos", precisa.
En cuanto a los 5.000 misiles Igla-S de los que se jactó Maduro a finales de octubre, Serbin Pont dice que la cifra es correcta.
"Pero sólo tiene unos 700 lanzadores Igla-S, lo cual sigue siendo una gran cantidad y algo que debería preocupar, porque en manos de grupos armados estatales podrían ser muy peligrosos. No necesariamente para las operaciones estadounidenses, sino para operaciones civiles o cualquier tipo de helicóptero o aeronave que vuele a baja altura".
Según él, la estrategia actual del gobierno de Maduro es sugerir que, tras de un eventual ataque estadounidense, todas estas armas del ejército podrían acabar dispersadas entre la población venezolana.
A algunos les preocupa particularmente que acaben en manos de grupos armados como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) o disidencias de las FARC.
El objetivo de dicha estrategia sería amenazar con crear caos o inestabilidad en Venezuela para cualquier futuro gobierno de transición.
Muchos analistas estiman que Maduro y su círculo se preparan para luchar una guerra de guerrillas.
El ministro de Interior de Venezuela, Diosdado Cabello, amenazó en septiembre que su país está preparado para una "guerra prolongada".
Poco después, el gobierno de Maduro ordenó a soldados de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) enseñar a la población de comunidades pobres a usar las armas.
El exembajador James Story descarta la posibilidad de que la gente en Venezuela se una a Maduro en una campaña como esa: "Maduro no es una figura muy querida ni entre los militares ni entre la población venezolana, y por eso no creo que la gente lo siga o lo apoye en una guerra de guerrillas".
"¡Ni siquiera consiguió 4 millones de votos en las últimas elecciones!", repite.
Según el Consejo Nacional Electoral, controlado por el gobierno de Venezuela, Nicolás Maduro recibió aproximadamente 6,4 millones de votos, una cifra que es cuestionada por parte de la oposición venezolana y numerosos organismos internacionales.
Pese a que el gobierno venezolano incrementa cada vez más el tono de su discurso bélico y antiestadounidense, el analista Andrei Serbin Pont afirma que su ejército no está preparado para un conflicto.
Explica que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) ha operado en los últimos 25 años bajo el concepto militar de "periodización de la guerra", que supone que un conflicto evolucionaría progresivamente en bloques o fases manejables.
Primero vendría una etapa de inestabilidad interna, fomentada por la injerencia de un país extranjero, luego una segunda fase que involucraría a un país vecino, lo que crearía un "conflicto entre pares", que luego podría resultar en una intervención estadounidense.
"Esto conduciría a una cuarta parte de resistencia popular prolongada, en la que se espera que las fuerzas armadas desmovilizadas y otros movimientos sociales se queden con las armas y se dispersen entre la población para luchar una guerra de guerrillas contra la ocupación de Estados Unidos", apunta Serbin Pont.
"En un conflicto con un país vecino, Colombia o Brasil, los sistemas de armas convencionales que tiene Venezuela serían muy útiles", prosigue.
Pero insiste en que para Estados Unidos no representan una verdadera amenaza.
(Imagen: Getty Images)
PURANOTICIA // BBC MUNDO