
La sentencia contra un alto exfuncionario, que aceptó sobornos por millones de dólares, se enmarca en la dura campaña anticorrupción del régimen de Xi Jinping, que busca enviar una señal contundente.
Un tribunal chino dictó una sentencia de muerte suspendida por dos años contra Liu Xingtai, un exalto funcionario de la provincia de Hainan, por haber aceptado sobornos que ascienden a más de US$44,1 millones. La sentencia, aunque es la pena máxima, tiene la posibilidad de ser conmutada si el acusado muestra buen comportamiento.
Según el fallo judicial, entre 2003 y 2024, Liu se valió de sus diversos puestos de alto rango en el Partido Comunista y la administración para favorecer a particulares y empresas en asuntos de gestión, adjudicación de negocios y asignación de fondos. El tribunal señaló que la cantidad de sobornos aceptados fue "especialmente grande", lo que causó un "perjuicio especialmente grave" a los intereses del Estado.
La sentencia de muerte suspendida es una práctica común en los casos de corrupción de alto nivel en China. Si Liu no comete nuevos delitos en un plazo de dos años, su pena será conmutada a cadena perpetua. Además, el fallo incluyó la privación de sus derechos políticos de por vida y el decomiso de la totalidad de sus bienes personales. El acusado confesó y devolvió los sobornos, lo que se consideró una circunstancia atenuante.
Este proceso se enmarca en la extensa campaña anticorrupción que encabeza el presidente Xi Jinping desde que llegó al poder en 2012, y que ha llevado a la condena de varios altos cargos. La campaña, que ha apuntado a diferentes sectores económicos, también es vista por algunos expertos como una estrategia para consolidar el poder y eliminar a rivales políticos.
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