
Las autoridades sospechan que los atentados forman parte de una respuesta coordinada de grupos armados ilegales.
Una nueva jornada de violencia sacudió a Colombia con dos atentados casi simultáneos que cobraron la vida de al menos ocho miembros de la fuerza pública. Las autoridades investigan si los ataques, perpetrados en el departamento de Antioquia y la ciudad de Cali, fueron una acción coordinada de grupos armados ilegales.
La tragedia se desató en el municipio de Amalfi, cuando un helicóptero de la Policía, que brindaba seguridad a una misión de erradicación de cultivos de coca, fue atacado en pleno vuelo. A pesar de lograr un aterrizaje de emergencia, el ataque dejó un saldo de ocho uniformados fallecidos y ocho heridos.
El presidente Gustavo Petro culpó del atentado al Frente 36 del Estado Mayor Central (EMC), una de las principales disidencias de las FARC. La gravedad del suceso llevó al gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, a activar la red hospitalaria para atender a los heridos, recordando que en la zona operan tanto el EMC como el Clan del Golfo.
Casi al mismo tiempo, la ciudad de Cali fue escenario de otra violenta arremetida. Dos fuertes explosiones, supuestamente de un carro-bomba, sacudieron las inmediaciones de la Escuela Militar de Aviación Marco Fidel Suárez.
La onda expansiva causó daños significativos, dejando varios vehículos destruidos y la fachada de un supermercado colapsada. Aunque la Alcaldía de Cali activó inmediatamente los protocolos de emergencia, reportes extraoficiales señalan que el atentado dejó víctimas civiles.
La violencia de este jueves se produce en un contexto de escalada, ya que la región ya había sido escenario de atentados similares en junio, que también fueron atribuidos a las disidencias de las FARC.
PURANOTICIA