
Nadie en el estadio Sausalito podía dar crédito a lo que se estaba viviendo en la cancha a solo minutos del pitazo final. Una verdadera turba ingresa al césped para agredir verbal y físicamente a los jugadores de Everton. En ese minuto los locales caían por tres tantos a cero ante Universidad Católica, y lo cierto es que futbolísticamente los ruleteros no jugaban a nada.
Se trata del encuentro de este domingo entre los locales y Universidad Católica. En lo futbolístico, el equipo viñamarino quedó en una compleja posición, a solo dos puntos de la zona de descenso directo, por eso el actuar de los llamados “hinchas” solo dejan a su equipo en una situación demasiado compleja, debido a que es un hecho que los ruleteros deberán ser castigados por, al menos, dos partidos sin público como local.
Lo mismo pasó en Iquique, cuando la hinchada en un encuentro con Unión Española entró al campo de juego, invadió la cancha para encarar a los jugadores, finalmente recibió una dura transición de la ANFP.
Lo más probable que pase lo mismo en este caso. Pero eso será en lo futbolístico. En lo que se refiere a la seguridad del espectáculo, llama la atención de sobremanera el verdadero rol de los llamados guardias de seguridad. Mientras los hinchas ingresaban al campo de juego en Sausalito, al menos una docena de estos llamados guardias que se identifican por sus trajes negros o azules oscuros con un chaleco reflectante, miraban como espectadores, porque literal no pueden hacer nada.
Solo cuando un par de hinchas atacan a una mujer, una de estas guardias, enfurecida responde el ataque y en ese momento todo se transforma en un caos. Una tardía reacción de la policía desde un costado de la cancha generó aún más caos, develando que, pese a todos los intentos en la seguridad del espectáculo, todo falló.
Este partido de Everton y Universidad Católica tuvo la particularidad que se intentó hacerlo lo más “anti-hincha” posible. Solo era cosa de ver el valor de las entradas, una de las más baratas era de 15 mil pesos, por ejemplo. Sumado a eso, el bajo aforo permitido daba una sensación de partido de alto riesgo, cuando en verdad los accesos y posterior salida del recinto se dio con toda calma. Es más, era un escenario ideal para haber llenado el Sausalito.
En resumen, un puñado, de no más de 150 personas, enlodó todo un espectáculo. Puso en riesgo al Club, deja mal parado al Estadio y a los organizadores, y eran solo 150. ¿Y si los identificamos y no los dejamos entrar nunca más? Justamente de eso se trata el fracasado Estadio Seguro.
Hoy un puñado de mal llamados hinchas enlodaron una fiesta del fútbol que, pese a todos los intentos por hacer un buen espectáculo, queda enlodado y puede dejar sin la pasión de este deporte a la familia viñamarina del fútbol, que por parte baja debería tener al menos un mes sin poder asistir al estadio.