
La mañana de este miércoles Chile amaneció con una alerta de tsunami en todas sus costas. Inmediatamente se procedió a la suspensión de clases en las comunas costeras, y en forma paralela comenzaron a ponerse a prueba los diferentes estamentos del Estado, de los municipios e inclusive el de las propias familias para enfrentar un día complejo, raro, extraño, poco común, pero del cual se sacan buenas lecciones.
No podemos olvidar que luego del terremoto del 27 de Febrero del 2010, nuestras costas fueron azotadas por un tsunami de proporciones que dejó 525 personas fallecidas y 23 desaparecidos, incluyendo a 8 niños.
En ese evento nuestro país demostró que no estábamos preparados para un episodio como aquel. La primera ola llegó a Pichilemu solo 14 minutos después del sismo. El tiempo que demoró fue entre los 15 y 25 minutos en las zonas más cercanas al epicentro, y hasta dos horas en los lugares más alejados. Sin embargo, errores garrafales e indecisiones de los organismos encargados de enviar la alarma de tsunami no permitió dar aviso a la población y eso fue catastrófico.
Por eso, tras este terremoto de 8,7 grados en Rusia, uno de los 10 más grandes a nivel mundial, y la alarma de tsunami en nuestras costas en un sismo de similares características en intensidad al del 2010 en Chile, además con un país que en los últimos 15 años ha crecido en prevención en este tipo de sucesos, este evento era una prueba de fuego.
Los municipios costeros pusieron a prueba un trabajo en equipo que debía no solo ocuparse de entregar las condiciones a su gente para una evacuación tranquila hasta la llamada “Cota 30”, sino que además ocuparse de albergues e incluso de los perritos y gatitos como lo hizo el municipio de Concón.
Para las autoridades regionales era esencial una buena coordinación de los estamentos de seguridad, educacional, salud, no olvidemos que se cancelaron las clases, se tuvo que evacuar hospitales e incluso una cárcel en nuestra región como lo fue San Antonio.
El otro punto no menor es la locomoción colectiva que dejó de funcionar justo al mediodía en el plan de Valparaíso, Viña del Mar, Concón y eso también afecto al tren Puerto-Limache. Todo fue coordinado y este gran simulacro en tiempo real, al menos hasta el cierre de esta editorial, parece haber pasado la prueba.
Las olas y la fuerza del mar quizás no impactaron nuestras costas, pero sí pudimos ver cómo hemos crecido en esta materia. Muchas veces somos críticos con nuestras autoridades, con alcaldesas o alcaldesa, con seremi, pero en esta ocasión queremos felicitar la forma en que comunicaron. La forma en que se prepararon para enfrentar una emergencia. Con la seriedad que se tomaron esta alerta y esto de la mano de la ciudadanía que también respetó, evacuó y por sobre todo tuvo a la altura. Fue un exitoso simulacro en tiempo real.