
Cuando uno escucha hablar de Olmué es inevitable no acordarse de la plaza de los caballos, del Rosa Agustina, la hostería El Copihue o del tradicional Festival del Huaso. Sin embargo, la comuna esconde una realidad muy dura en su día a día, pues ya no existe un abastecimiento de agua potable que les garantice el vital elemento a sus habitantes, y están prácticamente aislados en relación a su locomoción colectiva.
La otra cara de Olmué es dramática y poco se entiende su realidad estando a sólo 40 kilómetros de Viña del Mar. Las casas del casco urbano no tienen garantizado un servicio de agua potable robusto que les garantice su continuidad. El acueducto que pasará por la comuna, llevando agua desde la desalinizadora de Puchuncaví, no será una solución para el consumo en Olmué, como se nos quiso vender en su minuto. Y lo cierto es que sin agua es complejo poder darles inclusive mejor plusvalía a sus habitantes.
Olmué requiere de un proyecto ciudad que les garantice a sus habitantes un mejor y constante servicio de agua. Pero además requiere de un sistema de locomoción colectiva que los saque del aislamiento, sobre todo en zonas rurales. Actualmente, el que no tiene automóvil en Olmué, casi no se puede mover.
El 50% de la población comunal vive justamente en sectores rurales, los cuales tienen sólo tres viajes de ida y tres de vuelta a bordo del transporte público. Es decir, si se llega a destiempo a la micro, puede quedarse sin ir a trabajar o a estudiar.
Lugares como Las Plamas, Ramayana o La Dormida tienen solo tres micros al día y llegar al destino a bordo de un Uber podría costar hasta 20 mil pesos.
Pero no solo la ruralidad tiene complicado a Olmué. Tampoco existe en la comuna una conexión directa a Quillota o a Viña del Mar. No existe una micro, como en los '90 corría la antigua Ciferal Express. Hoy, quien quiera ir a Valparaíso debe sí o sí hacer transbordo en Limache.
No existe otra comuna de las provincias de Valparaíso, Quillota –incluida Petorca– que no tenga conexión directa con la capital regional. Cabildo, La Ligua, Papudo, Quintero; todas tienen conexión directa, menos Olmué.
Esta deplorable realidad que vive Olmué contrasta con su imagen de ciudad turística y solo nos pone a la vista cómo no existe un liderazgo regional que hoy se haga cargo de entregar soluciones a sus habitantes tan básicas como el transporte y el agua.
Una alerta también para las autoridades locales, partiendo por su alcalde, Jorge Jil, quien debe visibilizar de mejor manera la realidad que les afecta. Golpear las puertas necesarias para empezar a dar solución y, por sobre todo, generar un plan de trabajo que solucione a la brevedad algo tan básico que en pleno 2025, a solo 40 kms. de Viña del Mar, parece de sentido común solucionarlo. Olmué y su gente no se merecen no tener agua, no tener movilización y no tener una región que no se preocupe por ellos.