La madrugada de este 12 de noviembre marcará un antes y un después en la historia policial quillotana. Está tranquila comuna de antaño, la misma que uno disfruta caminando por su plaza tomando un helado del Paula, la que un sábado cualquiera recorre la feria Sargento Aldea, hoy es la misma que es escenario de un triple homicidio, la misma que es escenario de una dantesca balacera que involucró al menos a cinco individuos, dos de ellos menores de edad.
Lo acontecido en Quillota es la mejor demostración que los tiempos cambiaron, y que hoy se necesita una visión y manejo distinto de nuestras ciudades. Magno desafío para Luis Mella quien lleva más de 30 años liderando una comuna, pero que para ser justos ya había adelantado que en Quillota debía hacerse una intervención.
Uno puede estar en acuerdo o en desacuerdo con el alcalde de Quillota. Él mismo carece de un nivel de autocrítica y tiene un fantasma creado en su subconsciente que piensa que lo persiguen, pero lo concreto es que todos queremos lo mismo que él: tener un Quillota al igual que antaño, un lugar seguro para vivir.
Los hechos de esta madrugada en la ciudad no solo levantan una alerta, sino que van develando una realidad que muchos no se atreven a reconocer. El narcotráfico se tomó las poblaciones de la ciudad. Es muy cierto lo que dice Mella que no se puede estigmatizar a sectores de la comuna, pero tampoco podemos desconocer que estos mismos vecinos por miedo, por temor y por no tener una buena cobertura de las estructuras policiales terminan siendo verdaderos rehenes del crimen organizado.
En Quillota siempre ha habido sectores, poblaciones, más complejos, por decirlo menos, para el control policial. Pero no habíamos visto este nivel de violencia, lo de hoy es perder todo tipo de respeto.
La autoridad policial además esta sobrepasada. No solo la comuna no cuenta hace años con una comisaría de Carabineros que funcione en forma óptima, sino que tampoco viene acompañada de un robusto sistema de seguridad municipal. Siempre Quillota fue débil en aquello. Tanto en los periodos anteriores a Mella, como en la época de Calderón. Recién ahora parecen tomarse un poco en serio el tema. Sin embargo, fiel al estilo del alcalde quillotano deberá revisar qué pasará con el coronel en retiro Rodrigo Ortiz, fue la propia Contraloría que ordenó sacarlo del cargo de Director de Seguridad Pública.
Pero acá el culpable no es Mella, tampoco Calderón, menos Ortiz. Aquí estamos frente a un escenario y una realidad que ya no se puede ocultar. Que los mismos medios de comunicación local tampoco deben ocultar. Acá no se puede tapar el sol con un dedo. En Quillota la paz y la tranquilidad no está presente, y es justamente Luis Mella quien debe liderar esta tarea. Él si deja de lado sus fantasmas, si logra mirar la comuna en forma objetiva, reconocer sus falencias, pero también fortalecer su liderazgo podrá liderar una ofensiva a la delincuencia que nos necesita a todos. Desde el Gobierno central, el de hoy de Boric o el que venga en marzo. Deberá tener a todo su consejo municipal, pero por sobre todo la firmeza necesaria para, primero asumir que perdimos la tranquilidad, y que ahora hay que recuperarla. No hay mejor líder que Mella en Quillota, esperemos que no se nuble y pueda liderar un arduo trabajo que si bien no es responsabilidad municipal, es uno de los pocos actores de la política en comunas que puede encabezar un trabajo radical para que no volvamos a tener una noche de terror en nuestra querida Quillota.