
Si bien aguantó más de lo esperado, la Roja sucumbió sin muchas ambiciones y sin figuras trascendentes.
Chile inició una nueva etapa tras su eliminación del Mundial 2026 y la salida de Ricardo Gareca, lo hizo con rostros distintos, pero con iguales debilidades.
Y si bien aguantó más de lo esperado, sucumbió sin muchas ambiciones y sin figuras trascendentes. Sólo con un par de jugadores que, al menos, se ganaron nuevas posibilidades futuras en la Roja. Poco para el comienzo de una nueva etapa.
Lawrence Vigouroux: En su debut se vio muy metido en el partido. Tuvo, al menos, un par de buenas intervenciones. En el primer gol de Brasil, su esfuerzo fue valorable pero insuficiente. En el segundo, no tuvo mucho que hacer ante la entrada en el segundo palo de Lucas Paquetá. En el tercero incluso alcanzó a desviar al travesaño en remate que luego cabeceó bajo el arco Bruno Guimaraes para hacer el gol.
Iván Román: Demasiado preocupado en no cometer errores, se vio mal parado la ser enfrentado por Raphina y, en especial, por Gabriel Jesús. Por su lado se originó la jugada que terminó en el tanto de Estevao. Luego tuvo que medirse en su ímpetu para no volver a dejar a los brasileños con espacio.
Paulo Díaz: A pesar de sus irregularidades, fue el que ordenó como pudo a la línea defensiva de Chile. A veces fue demasiado vehemente y por eso perdía duelos.
Guillermo Maripán: Irregular actuación. De más a menos.
Fabián Hormazábal: Con personalidad para salir y con criterio para recogerse. Fue un factor importante en el primer tiempo en un mediocampo algo feble en la marca de los volantes brasileños. Pero fue bajando su ímpetu y se quedó sin fuelle.
Felipe Loyola: Demasiado centralizado, no se sintió cómodo teniendo poco espacio para picar y mucho rival sobre él. Además, llegó físicamente disminuido. Nunca pudo engancharse en el partido.
Vicente Pizarro: Obligado a ser volante central, se inhibió en realizar lo que mejor hace: conectarse con los atacantes. Se tuvo que retrasar a pelear el mediocampo con tipos como Casemiro y Bruno Guimaraes que, en la refriega, casi siempre ganan. Fue el dueño de las pelotas detenidas y en un par de ellas generó jugadas que no fueron bien aprovechadas.
Gabriel Suazo: Muy opaco. Wesley lo obligó a quedarse en su propio campo y ahí librar una pelea en donde no salió bien parado. Nunca se juntó o hizo sociedad con Alexander Aravena por el sector izquierdo. Bajo encuentro del capitán de Chile.
Lucas Cepeda: El mejor de la Roja. Se recostó por el sector derecho y no sólo le puso problemas a Douglas Santos en el cara a cara, sino que también hizo el recorrido largo para ayudar a contener sus subidas. Quizás su defecto fue no acertar ni cerca en dos remates de larga distancia luego de jugadas preparadas.
Alexander Aravena: Vio más pasar el balón por sobre su cabeza, que en espacios donde podría trascender. Tuvo que bajar a colaborar en la marca de Wesley y con ello, perdió conexión en el sector ofensivo. Subió en el segundo tiempo para acompañar a Brereton y luego a Gonzalo Tapia. Tampoco trascendió.
Ben Brereton: Si no tiene espacios, si no tiene asistencia, es poco lo que produce. Ni siquiera ayudó a molestar la salida de los brasileños. En la gran ocasión que tuvo, y aunque se le cobró posición de adelanto, no fue capaz de resolver con ventaja. No justificó su retorno a la Roja. Menos su titularidad.
Gonzalo Tapia: Entró por Brereton. Un remate al arco de Alisson que tapó el arquero fue su única señal de presencia ofensiva.
Rodrigo Echeverría: Entró cuando el encuentro estaba definido y con los brasileños desatados en el mediocampo.
Lucas Assadi: Entró más para colaborar en la marca que para armar juego ofensivo. No fue su culpa. No estaban las condiciones para que hiciera otra cosa.
Maximiliano Gutiérrez: Se sumó al sector derecho para ayudar a un extenuado Hormazábal.
PURANOTICIA