Este domingo los wanderinos sumaron otra vergüenza porque el partido que debían jugar ante Universidad de Concepción (12 horas) en el estadio Elías Figueroa fue suspendido porque los guardias privados contratados para este duelo se paralizaron antes de iniciar el duelo exigiendo que se les pague sus servicios.
Santiago Wanderers está pasando por uno de sus momentos institucionales más dramáticos.
El cuadro porteño, que hoy es propiedad en forma mayoritaria de la de la familia Sánchez, no tiene protagonismo mayor en el torneo de Primera B y, además, pasa por un momento económico que ha generado el rumor de que los dueños quieren vender el club.
Este domingo los wanderinos sumaron otra vergüenza porque el partido que debían jugar ante Universidad de Concepción (12 horas) en el estadio Elías Figueroa fue suspendido porque los guardias privados contratados para este duelo se paralizaron antes de iniciar el duelo exigiendo que se les pague sus servicios.
Según dio a conocer radio Portales de Valparaíso, Santiago Wanderers adeuda 50 millones de pesos a la empresa de seguridad y le ofreció pagar 28 millones para que los guardias volvieran a sus funciones.
Los trabajadores, sin embargo, no aceptaron y se fueron del estadio.
SantIago Wanderers quería que el encuentro igual se disputara para evitar así la aplicación del artículo 23 de las Bases del Campeonato que impone la pérdida del partido por 3-0 para el elenco que hace de dueño de casa, otorgándole así los puntos al rival.
Sim embargo, la Delegación Presidencial de la Quinta Región señaló que el encuentro no tenía permiso para realizarse por “falta de garantías”.
Ello causó desmanes por parte de un grupo que había llegado al recinto y que invadió el estadio provocando destrozos en la tribuna oficial del Elías Figueroa.
PURANOTICIA