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Por qué no se come carne en Viernes Santo: Más que una tradición

Por qué no se come carne en Viernes Santo: Más que una tradición

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La abstención de carne en este día clave de la Semana Santa remite al recuerdo de la crucifixión de Jesús, un momento que representa un acto de entrega y redención para los creyentes.

Por qué no se come carne en Viernes Santo: Más que una tradición
Viernes 18 de abril de 2025 07:22
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Cada año, millones de personas alrededor del mundo optan por no consumir carne durante el Viernes Santo. Esta práctica, lejos de ser solo una costumbre alimentaria, tiene un profundo trasfondo espiritual y simbólico que conecta con los orígenes del cristianismo.

La abstención de carne en este día clave de la Semana Santa remite al recuerdo de la crucifixión de Jesús, un momento que representa un acto de entrega y redención para los creyentes. El gesto de no consumir carne simboliza la unión con ese sacrificio y el llamado a una reflexión más profunda sobre el sentido de la fe.

Esta costumbre tiene raíces en las tradiciones judías de ayuno en días sagrados, que los primeros cristianos adaptaron a su propio calendario litúrgico. Originalmente, se trataba de una restricción total de alimentos y bebidas durante toda la jornada. Con el tiempo, evolucionó hacia una forma de abstinencia parcial que excluía únicamente la carne de animales terrestres, permitiendo el consumo de pescado.

La razón detrás de esta distinción está relacionada con la simbología de la carne como alimento de lujo o placer, en contraste con el pescado, considerado más humilde y apropiado para un acto de recogimiento. Esta flexibilidad permitió que la tradición se mantuviera entre los fieles, incluso aquellos que realizaban trabajos físicos exigentes. En la Edad Media, esta costumbre también tuvo un fuerte impacto económico, impulsando el comercio de productos del mar durante las fechas religiosas.

En la actualidad, la práctica varía según las distintas confesiones cristianas. La Iglesia Católica recomienda la abstinencia de carne todos los viernes del año, con especial énfasis durante la Cuaresma y en particular el Viernes Santo. Las iglesias ortodoxas siguen una pauta más estricta, que excluye todos los productos de origen animal, incluidos huevos y lácteos. En el mundo protestante, las normas varían: algunas denominaciones promueven la abstinencia como un acto voluntario de reflexión espiritual, mientras que otras no establecen una directriz formal.

Así, el acto de no comer carne en Viernes Santo trasciende la regla religiosa. Es un gesto que invita a la introspección, recuerda el sacrificio que da sentido a la Semana Santa y conecta a millones de fieles con una práctica milenaria que se mantiene vigente hasta nuestros días.

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