Entre los espiados esta un asesor de la presidenta brasileña y algunos ministros.
El portal de revelaciones Wikileaks difundió este sábado documentos que ratifican que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de Estados Unidos interceptó las comunicaciones de la presidenta brasileña Dilma Rousseff y reveló los nombres de decenas de altos funcionarios de su gobierno que también fueron espiados.
Entre las autoridades espiadas figuran el ex jefe del Gabinete Civil de la Presidencia Antonio Palocci; el actual ministro de Planificación, Nelson Barbosa, quien fue secretario ejecutivo del ministerio de Hacienda entre 2011 y 2013; el general José Elito Siqueira, jefe del Gabinete de Seguridad Institucional de la Presidencia; y el ex canciller Luiz Alberto Figueiredo, actual embajador de Brasil en Washington.
La revelación ocurre cinco días después de que la mandataria se reuniera en Washington con Barack Obama, con quien reanudó las relaciones bilaterales. Estas se encontraban congeladas desde 2013 debido, precisamente, a denuncias de práctica de espionaje por parte de los servicios secretos estadounidenses.
En aquel año, documentos filtrados por el ex empleado de la NSA Edward Snowden revelaron que las comunicaciones telefónicas y de correo electrónico de Rousseff, de algunos de sus asesores y del ente estatal Petrobras, habían sido interceptadas, pero no se habían dado a conocer las identidades de los funcionarios espiados.
A raíz de las denuncias, Rousseff canceló una visita de Estado a Washington, prevista para octubre de 2013, y lanzó duras críticas a Estados Unidos por realizar ese tipo de práctica con países aliados.
De acuerdo con la información conocida hoy, fueron en total 29 los teléfonos interceptados por Washington, entre ellos cuatro pertenecientes a la oficina de Rousseff en el Palacio del Planalto (Presidencia) y el utilizado en el interior del avión presidencial, durante viajes oficiales.
"Hasta en sus viajes oficiales la presidenta Dilma no estaba protegida de interceptaciones, ya que la lista de blancos incluía el teléfono satelital Inmarsat en el avión de la presidenta", comentó al respecto el fundador de Wikileaks, Julian Assange.
La lista de personas espiadas incluye además al asesor personal de Rousseff, Anderson Dornelles, y su secretaria, Nilce.
Wikileaks entiende que Washington no solo buscaba con la práctica saber lo que hacía o decía la presidenta sudamericana, sino que quiso promover una "campaña de espionaje económico contra Brasil".
La deducción, según Assange, surge del hecho de que en la lista de teléfonos interceptados estaban los de los principales responsables por administrar la economía brasileña, entre ellos el presidente del Banco Central y el de los ministros de Planificación y de Hacienda.
También fueron interceptadas las comunicaciones de embajadas brasileñas en el exterior, como las de París, Bruselas, Washington, Berlín y Ginebra.
El ministro de Comunicación Social de la Presidencia, Edinho Silva, dijo hoy que más allá de la revelación de hoy, Brasilia considera "superado" el asunto del espionaje. Agregó que para el gobierno brasileño, la denuncia de hoy se refiere a las escuchas denunciadas en 2013.
"La posición del gobierno es que este episodio está relacionado a hechos antiguos. El propio gobierno americano reconoció internacionalmente el error y asumió el compromiso de cambiar esa práctica. Para el gobierno, está superado", dijo Silva, en declaraciones realizadas al portal "G1" del grupo Globo.
Por su parte, Assange evaluó que la información "muestra que a Estados Unidos le queda mucho camino por delante para probar que su sistema de monitoreo de gobiernos aliados acabó".
El australiano agrega, en tono irónico: "Aún cuando pudiéramos confiar en las garantías de que Estados Unidos ya no pone a Dilma como blanco de escuchas, lo que no se puede hacer, es difícil imaginar que la presidenta pueda administrar Brasil hablando solamente consigo misma".
En una referencia a la búsqueda de inversiones estadounidenses en Brasil, que fue uno de los objetivos de la visita de Rousseff a Estados Unidos, Assange sostiene que las revelaciones de escuchas clandestinas a sus asesores y ministros atenta contra la capacidad del país sudamericano de dar garantías a eventuales inversores y a sus propios empresarios.
"Si la presidenta Dilma quiere más inversiones de Estados Unidos en Brasil después de su viaje, como ella alega, no puede garantizar a las empresas brasileñas que sus colegas en Estados Unidos no tienen ventajas otorgadas por ese monitoreo hasta que no tenga garantías de que el espionaje acabó, no solo hacia ella, sino hacia todos los temas brasileños", afirmó.
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EFE