Entre 2030 y 2050, este fenómeno "causará unas 250.000 defunciones adicionales cada año", según la Organización Mundial de la Salud.
El aumento de las olas de calor se debe al cambio climático y generan el padecimiento de estrés calórico, una de las consecuencias de este fenómeno que, entre 2030 y 2050 también "causará unas 250.000 defunciones adicionales cada año".
Además del estrés calórico, esa cantidad de muertes serán causadas también por el paludismo, la malnutrición y la diarrea.
El informe "Las Olas de Calor y la Salud: orientación sobre el desarrollo del sistema de alerta" de la OMS, advierte también que "la venta minorista de ropa y alimentos, el turismo y los servicios de los ecosistemas también pueden verse afectados, por lo que puede haber 'ganadores y perdedores' socioeconómicos de los eventos de olas de calor. En algunos casos, las olas de calor pueden incluso desencadenar disturbios sociales en varios niveles".
En ciertas ocasiones se podrían definir como catástrofes, por ejemplo, en el 2003 causó una gran cantidad de muertes en toda Europa entre julio y agosto, siendo el desastre natural ha provocado el mayor número de víctimas entre los años 1970 y 2012 con un total aproximado de 70.000 personas. En España hubo 15.090 fallecidos según el Atlas de la mortalidad y las pérdidas económicas provocadas por fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Y en Francia ocasionó 3.000 muertes aproximadamente.
El año 2010 también fue protagonista de una de las olas de calor más intensas de la historia. "En Moscú, por ejemplo, se batieron varias veces los registros de temperatura de al menos los últimos 140 años, y se estableció un nuevo récord de unos 38ºC", comentó Barriopedro, uno de los integrantes del equipo de científicos españoles que estudió este fenómeno natural. Comparado con el desastre del 2003, los expertos aseguran que fue igual o peor. "La diferencia entre 2003 y 2010 fue, en gran parte, debida a la intensidad, la extensión espacial y la persistencia de las altas presiones de origen subtropical".
Por su parte, el oeste y el centro de Rusia sufrieron sequías por la escasez de lluvias desde principios de ese año, y Barriopedro asegura que "ambos procesos redujeron el contenido de agua del suelo, un factor potencial de amplificación de olas de calor", causando en esta ocasión "más de 55.000 muertes en Rusia, extensos fuegos fuera de control, una pérdida en la cosecha anual de un 35%, y una caída económica total de alrededor de un 1% del producto interno bruto de Rusia".
En el 2018 también se registraron los más altos niveles de temperatura desde entonces, Santiago de Chile y Valparaíso alcanzaron los 34ºC en plena primavera. Meteochile confirmó que "las temperaturas extremas parecieran ser agentes silenciosos del clima: Uno no ve directamente el calor, a diferencia de las lluvias o los tornados. Esto las hace más peligrosas porque las personas pueden sentir que no necesitan protegerse de las altas temperaturas, especialmente los grupos más vulnerables de la población".
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