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Expresidente Frei responde al TS de la DC tras suspensión de militancia por reunión con Kast: acusa "prejuzgamiento"

Expresidente Frei responde al TS de la DC tras suspensión de militancia por reunión con Kast: acusa "prejuzgamiento"

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En una carta de siete carillas, el exmandatario afirmó que la acusación solo menciona la existencia de la reunión y defendió que “no tenía motivos para rechazar” la solicitud de audiencia en su domicilio.

Expresidente Frei responde al TS de la DC tras suspensión de militancia por reunión con Kast: acusa "prejuzgamiento"
Miércoles 17 de diciembre de 2025 17:40
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El expresidente Eduardo Frei respondió a la Democracia Cristiana tras la suspensión de su militancia, luego de reunirse con el —en ese entonces— candidato presidencial, José Antonio Kast.

En una carta de siete carillas, el exmandatario afirmó que la acusación solo menciona la existencia de la reunión y defendió que “no tenía motivos para rechazar” la solicitud de audiencia en su domicilio.

"El hecho de reunirse con una persona, cualquiera sea su posición política, no atenta contra los principios partidarios. El problema mayor por parte del Tribunal Supremo es el prejuzgamiento sobre esta situación”, sostuvo.

Para la exautoridad, “no identifica el hecho punible, ni qué norma ha sido transgredida (…) Esto no es una infracción estatutaria”.

“No deja de llamar la atención, que hayan salido voces airadas de descalificación, sin que nadie haya tenido la voluntad ni la diligencia de preguntar en qué consistió este momento de diálogo. El hecho de reunirse con una persona, cualquiera sea su posición política, no atenta contra los principios partidarios”, complementó.

Agregó que, a su juicio, “el Tribunal Supremo prejuzga y adelanta opinión al calificar estos hechos como gravísimos, sin siquiera conocerlos, sin siquiera preguntar sobre lo abordado en la referida reunión”.

A continuación, el texto completo:

Estimo necesario dirigirme a ustedes para expresarles mis reflexiones acerca del momento que está atravesando nuestro partido y la situación particular en que me encuentro hoy. Lo hago motivado por mi calidad de militante con más de 60 años de trayectoria, durante los cuales siempre he sentido el deber de cultivar un diálogo franco al interior de nuestra colectividad.

Mi vida se ha alimentado de los valores humanistas y cristianos. Lo que fui y lo que soy, en gran parte se lo debo a la Democracia Cristiana, por lo que los entrañables lazos de afecto y gratitud que me unen a esta comunidad política animan mis palabras. El orgullo que siento por ser demócrata cristiano es equivalente al orgullo que siento por ser chileno.

Como ustedes saben, la DC nació con la misión de construir una sociedad libre, justa, solidaria y fraterna, defendiendo y promoviendo la democracia, la libertad, la dignidad humana y el bien común, y a la vez, rechazando toda clase de totalitarismos. Estos son nuestros principios fundadores erigidos por aquella brillante generación de jóvenes e intelectuales católicos que encabezó Eduardo Frei Montalva, y que contó con la activa participación de Bernardo Leighton, Radomiro Tomic, Manuel Garretón, Tomás Reyes, Ignacio Palma, Rafael Agustín Gumucio, Pedro Jesús Rodríguez, Ricardo Valenzuela y tantos otros que sería extenso continuar enumerando.

Somos humanistas cristianos y por eso nos oponemos con firmeza a ideologías totalitarias como el comunismo, con el que tenemos diferencias insalvables: nosotros apostamos por reformas graduales mediante la participación democrática, el diálogo y la inclusión, y promovemos una economía social de mercado que combine eficiencia y justicia social. Ellos, en tanto, proponen cambios estructurales radicales, promueven la lucha de clases y abogan por eliminar la propiedad privada e instaurar una economía planificada. Aun así, jamás hemos postulado la desaparición del PC; por el contrario, en 1948 nos opusimos a la “ley maldita”, y durante la dictadura luchamos por defender a quienes fueron perseguidos, sin considerar su ideología, manteniendo una conducta coherente que contrasta con su respaldo a gobiernos totalitarios como los de Venezuela, Cuba y Nicaragua.

Así lo expresaron algunos de sus principales líderes:

El comunismo no es compatible con la libertad, porque subordina los derechos de las personas al poder del Estado. Es un sistema político que limita las libertades individuales y la pluralidad democrática. Propone soluciones autoritarias y centralizadas que no respetan las diferencias propias de una sociedad libre, y amenaza con imponer una sola visión ideológica en la vida política y social de un país” (Eduardo Frei Montalva).

“El comunismo, al negar la libertad individual y someter al hombre a una estructura rígida y autoritaria, termina por destruir la creatividad y el espíritu crítico que son esenciales para el progreso de una sociedad” (Jaime Castillo Velasco).

Defender estos valores precisa de gran coherencia en nuestra acción política, como lo demostraron nuestros fundadores con su perseverancia en momentos difíciles, desde el conflicto de 1947 con el Obispo Augusto Salinas hasta las tensiones de 1968 que fracturaron al partido y afectaron gravemente los últimos años del gobierno del presidente Frei Montalva. A pesar de esas crisis, la DC supo adaptarse, mantenerse unida y conservar su relevancia nacional, marcando la historia política de Chile. Fue gracias a la unidad interna y al compromiso con sus principios que, cada vez que se vio amenazada, logró superar los obstáculos.

En lo personal, he tenido el orgullo de servir a la DC como militante, dirigente universitario, presidente del partido, senador, presidente del Senado y presidente de la República. Siempre he encarnado, de la mejor forma que he podido, los verdaderos valores del PDC, apostando durante toda mi trayectoria pública por la democracia, el crecimiento económico, el respeto a la propiedad privada, la lucha contra la pobreza y la defensa de la clase media. Nunca privilegié mis intereses personales por sobre el interés colectivo. Mi vida política ha sido siempre de una sola línea, manteniendo coherencia entre mis valores humanista-cristianos y mis acciones.

Chile siempre ha sido mi prioridad. En cada cargo que ejercí, como en mis actividades de expresidente, he actuado como corresponde a un servidor público. La responsabilidad de Estado implica tomar decisiones difíciles, a veces impopulares, pero siempre pensando en el bien superior de Chile, buscando el bienestar ciudadano y el progreso por encima de ambiciones personales o partidistas.

Me duele el daño que han causado a nuestra historia las decisiones erróneas adoptadas por la DC en el último tiempo: primero, apoyando una propuesta constitucional que, de ser aprobada, hubiera causado un irreparable daño a Chile; y ahora, apoyando una candidatura que no encarna nuestra ideología, principios y valores. Nuestro partido ha perdido toda credibilidad y hoy es apenas una sombra de su esplendoroso pasado que era motivo de orgullo para todos sus militantes.

La inconsecuencia y la ligereza traen consecuencias en política. Hoy el partido ha quedado reducido a su más mínima expresión en el Congreso Nacional, mientras que su institucionalidad sufre un progresivo deterioro y su militancia se reduce cada vez más. No solo yo lo entiendo así: la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA) suspendió a la DC chilena por respaldar la candidatura presidencial del Partido Comunista de Chile, lo que “representa una ruptura grave con los principios fundacionales de nuestra organización”, manifestó en su declaración. Sin embargo, quiero dejar en claro que siempre guardaré absoluto respeto y fidelidad a los militantes y simpatizantes de nuestro partido que siguen honrando los principios en que se inspiraron nuestros fundadores y que hoy han de sentirse traicionados.

Tengo la profunda certeza de que no soy yo quien se alejó de los principios que formaron el partido, sino que fue éste el que se apartó de sus valores y trayectoria histórica. Me provoca un profundo sentimiento de desilusión y desencanto constatar que los ideales y propósitos que motivaron mi afiliación a la DC han sido dejados de lado o distorsionados por intereses ajenos a la esencia que le dio vida.

Mi adhesión a nuestros principios no depende de la voluntad de una minoría que ha tratado de manchar mi trayectoria pública. Podrán intentar alejarme de mi partido, pero ningún acto administrativo detendrá jamás mi compromiso de seguir trabajando por lo que considero lo mejor para mi país, al que seguiré representando con la misma fuerza y convicción con que lo he hecho hasta ahora. Chile merece más.

PURANOTICIA

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