Bielorrusia es una pieza clave en el conflicto entre Rusia y Ucrania, aunque sus cartas no parecen del todo claras.
¿Un organizador para el cese al fuego o un apoyo total a los planes de Putin?
Bielorrusia es una pieza clave en el conflicto entre Rusia y Ucrania, aunque sus cartas no parecen del todo claras.
Por un lado, organiza las negociaciones entre delegados rusos y ucranianos, pero por otro sirve su terreno para el despliegue militar ordenado contra Ucrania por Vladimir Putin.
Y este domingo votó por un cambio en su Constitución que pavimenta el camino para volver a albergar armas nucleares.
"Si ustedes [Occidente] transfieren armas nucleares a Polonia o Lituania, a nuestras fronteras, entonces recurriré a Putin para recuperar las armas nucleares que entregué sin condiciones en 1994", dijo Aleksander Lukashenko, presidente de Bielorrusia, este domingo a la salida de una sede electoral.
Bielorrusia, bajo el liderazgo de Lukashenko, es fiel aliado del Kremlin y, de esta forma, tendría armas nucleares por primera vez desde que se independizó de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en 1990.
El referendo también reforzó al propio Lukashenko, que a sus 67 años se ha asegurado en efecto la presidencia del país hasta 2035. Lleva en el poder desde 1994.
Lukashenko ha sido ampliamente tildado de gobernador autoritario y se le acusa de censurar a la oposición, prensa independiente y mantenerse sujeto a los intereses del Kremlin.
La reunión organizada por Lukashenko entre delegados rusos y ucranianos se antoja como una de las salidas pacíficas de este conflicto que mantiene en vilo al mundo entero.
"Como lo hizo en 2014, Lukashenko quiere ahora mostrar su utilidad y mediar estas conversaciones entre Rusia y Ucrania", le dice Dina Fainberg, profesora en el departamento de políticas internacionales de la Universidad de la City de Londres, a BBC Mundo.
En 2014, Bielorrusia también acogió las negociaciones que intentaron apaciguar el enfrentamiento entre ucranianos y separatistas prorrusos en la región del Donbás, los llamados protocolos de Minsk.
Pero a pesar de esta actitud mediadora, desde el inicio de la invasión actual se ha reportado que tropas rusas han partido desde Bielorrusia hacia Ucrania bajo la permisividad de Lukashenko, una postura ampliamente criticada por Occidente.
De hecho, este domingo, el mismo día que se anunciaron las conversaciones entre Ucrania y Rusia, un consejero del Ministerio de Interior ucraniano dijo que misiles iskander habían sido disparados desde Bielorrusia.
Esto, a pesar de que un comunicado anterior de Ucrania dijo que Lukashenko había "tomado responsabilidad en asegurar que todos los aviones, helicópteros y misiles estacionados en territorio bielorruso se quedaban en tierra durante el viaje, charla y regreso de la delegación ucraniana.
Este lunes también se ha especulado con que tropas bielorrusas podrían unirse a la invasión del lado ruso. Los reportes han aparecido en medios estadounidenses como The Washington Post y el ucraniano The Kyiv Independent y sugieren que este despliegue militar podría suceder desde este mismo lunes.
A estos reportes se une el resultado del referendo bielorruso del domingo, que crea el marco para poder disponer de armas nucleares.
Este movimiento coincidió con la orden de Putin de poner en estado de "alerta especial" a sus fuerzas de disuasión, incluida el arsenal nuclear. El anuncio no significa que Rusia pretenda usar las armas, pero se percibió ampliamente como una amenaza.