Israel teme una escalada en la zona que podría abrir un segundo frente en el conflicto israelí-palestino con uno de sus más grandes enemigos: Hezbolá.
La frontera que separa a Israel y Líbano se calienta poco a poco.
La situación es tan tensa que el ejército de Israel ha comenzado a evacuar un gran número de poblaciones que habitan cerca de la línea fronteriza.
Israel teme una escalada en la zona que podría abrir un segundo frente en el conflicto israelí-palestino con uno de sus más grandes enemigos: Hezbolá.
La organización libanesa pidió "un día de ira sin precedentes" contra Israel el miércoles tras acusar al país de estar detrás del ataque a un hospital en Gaza en el que murieron cientos de personas el martes.
Israel, por su parte, asegura que fue la Yihad Islámica Palestina que lanzó este ataque, considerado como el más mortífero en lo que va del conflicto entre Israel y Hamás.
A pocas horas del indicente estallaron protestas masivas frente a la embajada de Estados Unidos en Beirut, capital de Líbano, y en otras ciudades del mundo árabe.
Desde el ataque de Hamás a Israel, en el que murieron 1.200 personas -y la contraofensiva israelí que ha matado a más de 3.000 personas en Gaza- se han producido varios intercambios de disparos en la frontera libanesa-israelí.
Tres soldados israelíes fallecieron la semana pasada en un enfrentamiento con infiltrados que habían cruzado desde Líbano.
El ejército israelí respondió atacando sitios de Hezbolá en territorio libanés matando a tres militantes de la organización.
Desde su creación, Hezbolá ha sido acusado de llevar a cabo una serie de atentados contra objetivos judíos e israelíes.
Está designada como organización terrorista por Estados Unidos, Israel y otros países de la Liga Árabe.
De igual forma, su brazo militar figura en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea (UE).
"Hezbolá es actualmente la fuerza militar no estatal más poderosa del mundo", le dice a BBC Mundo Firas Maksad, experto en política libanesa y geopolítica de Medio Oriente del centro de estudios Middle East Institute (MEI) con sede en Washington.
Mientras el conflicto palestino-israelí se intensifica y las tropas de Israel se preparan para una posible invasión terrestre de la Franja de Gaza, ahora muchos temen que Hezbolá se involucre de pleno en el conflicto y reanude su lucha contra el que considera como uno de sus principales enemigos.
Hezbolá -cuyo nombre significa partido de Dios- es un partido político islamista chiita y un grupo paramilitar respaldado por Irán que ejerce un gran poder en Líbano.
Desde 1992 ha sido dirigida por Hassan Nasrallah y en la actualidad ha pasado a ser la fuerza militar más poderosa de la nación árabe.
El grupo también ha ganado gradualmente influencia en el sistema político de Líbano y tiene poder de veto en el gabinete.
Algunos libaneses consideran que la organización es una amenaza para la estabilidad del país, pero sigue siendo popular entre la comunidad chiita libanesa a quien representa.
Los orígenes precisos de Hezbolá son difíciles de rastrear, pero sus precursores surgieron después de que Israel invadiera una parte del sur de Líbano en 1982 como respuesta a una serie de ataques de militantes palestinos contra Israel, especialmente el intento de asesinato del embajador israelí en Reino Unido.
Ariel Sharon, quien era entonces ministro de Defensa israelí, pretendía purgar la Organización de Liberación de Palestina (OLP) del sur de Líbano y detener las incursiones del grupo a través de su frontera.
Como el primer ministro actual, Benjamin Netanyahu, Sharon también prometió cambiar Medio Oriente con su ofensiva.
Algunos líderes chiitas en Líbano querían una respuesta militante a la invasión y se separaron del Movimiento Amal, un grupo político que pasó a ser una de las milicias musulmanas chiitas más importantes durante la Guerra Civil Libanesa (1975-1990).
Los rebeldes formaron un movimiento militar chiita que recibió apoyo militar y organizativo de la Guardia Revolucionaria de Irán y que fue bautizado como el Amal Islámico.
Poco después, esta organización se alió con otros grupos y creó Hezbolá.
Hezbolá anunció oficialmente su creación en 1985 mediante la publicación de una "carta abierta" que identificó a Estados Unidos y la Unión Soviética como los principales enemigos del islam.
En el controvertido manifiesto, Hezbolá también planteó la destrucción de Israel como un objetivo clave.
"Es el enemigo odiado contra quien tenemos que luchar hasta que los odiados obtengan lo que merecen", reza el texto.
"Este enemigo es el mayor peligro para nuestras generaciones futuras y el destino de nuestras tierras, particularmente porque glorifica las ideas de asentamiento y expansión, iniciados en Palestina".
El gobierno estadounidense responsabiliza al grupo de orquestar los atentados con bombas contra la embajada y el cuartel de los marines estadounidenses en Beirut en 1983, que en conjunto dejaron 258 estadounidenses y 58 militares franceses muertos y provocaron la retirada de las fuerzas de paz occidentales.
Después de que el ejército sirio impusiera la paz en Líbano en 1990, poniendo fin a la guerra civil, Hezbolá continuó su guerra de guerrillas en el sur del país.
Pero también comenzó a desempeñar un papel activo en la política libanesa.
En 1992 participó por primera vez en las elecciones nacionales obteniendo más escaños que cualquier otro partido.
La organización emitió un nuevo manifiesto político en 2009, tras obtener 10 escaños en el Parlamento, para resaltar la "visión política" del grupo.
Eliminó del manifiesto de 1985 la referencia a la necesidad de crear una república islámica, pero mantuvo su línea dura contra Israel y Estados Unidos e insistió en que Hezbolá necesitaba conservar sus armas.
Por su influencia político, militar y de seguridad y también por los servicios sociales que provee, en Líbano se le considera un Estado dentro del Estado, rivalizando con las instituciones del gobierno, lo que le genera críticas en el país.
Sus capacidades incluso exceden a las del ejército libanés.
La violencia en Gaza ha avivado las tensiones entre Israel y Hezbolá, que ha expresado su solidaridad con el pueblo palestino.
La última vez que el grupo militante libanés se enfrentó a Israel fue en 2006.
Ese año, militantes de Hezbolá lanzaron un ataque transfronterizo en el que ocho soldados israelíes murieron y otros dos fueron secuestrados.
Hezbolá exigía la liberación de prisioneros libaneses a cambio de los soldados israelíes.
Pero la respuesta de Israel al ataque fue rápida y masiva.
Aviones de combate israelíes bombardearon bastiones de Hezbolá en el sur de Líbano y en los suburbios del sur de Beirut, mientras que Hezbolá disparó unos 4.000 cohetes contra Israel.
Más de 1.125 libaneses, la mayoría civiles, murieron durante los 34 días que duró el conflicto, así como 119 soldados israelíes y 45 civiles.
Hezbolá se sobrepuso del conflicto y desde entonces ha mejorado y ampliado su arsenal y reclutado decenas de nuevos combatientes.
De acuerdo con Firas Maksad, experto en política libanesa, Hezbolá es hoy "exponencialmente más poderoso" de lo que era en 2006.
"Ha ganado mucha más experiencia, luchando en la guerra de Siria y entrenando y apoyando a milicias pro-Irán en Irak y Yemén", explica el experto.
"Se cree que su arsenal militar es también mucho más amplio y preciso en términos de misiles, en comparación al 2006".
En 2021, el líder de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasrallah, aseguró que el grupo tenía 100.000 combatientes.
Asimismo, Hezbolá cuenta con cohetes de largo alcance que podrían adentrarse en lo más profundo de Israel.
Por estas razones, Maksad considera que una guerra total entre Hezbolá e Israel sería "devastadora" tanto para los libaneses como para los israelíes.
Según el Departamento de Estado de Estados Unidos, Irán proporciona a Hezbolá “la mayor parte" de su financiación, además de entrenamiento, armas y explosivos.
Teherán también le facilita "ayuda política, diplomática, monetaria y organizativa", denuncia Washington.
Además, tanto las agencias antidrogas estadounidenses como las europeas acusan al grupo libanés de beneficiarse del tráfico de drogas.
Hezbolá ha negado repetidamente dichas acusaciones alegando que para ellos "está religiosamente prohibido fabricar, vender, comprar, contrabandear y consumir" drogas.
El Departamento de Estado estadounidense señala que Hezbolá también se beneficia del contrabando de mercancías, falsificación de pasaportes, tráfico de narcóticos, lavado de dinero y fraude con tarjetas de crédito, inmigración y bancos.
Maksad asegura que existe la posibilidad de que Israel y Hezbolá terminen enfrentándose, pese a que ninguno de los dos bandos está "activamente buscando un conflicto".
Según el experto, Israel está ocupado en Gaza y no quiere un segundo ni un tercer frente, mientras que Irán preferiría que Hezbolá no pierda su influencia ni su solidez.
"Hezbolá es la primera línea de disuasión para que Israel no ataque el programa nuclear iraní, por eso Irán prefiere que permanezca intacto", explica.
Pero Maksad también cree que si Israel se mete a fondo en Gaza los dirigentes de Irán y Hezbolá tendrán que tomar una decisión difícil.
"Deberán decidir si se sientan y ven cómo Israel desmantela a sus aliados palestinos o si se unen a la lucha para salvar a Hamás".
Hamás es una organización sunita, mientras que Hezbolá es un partido chiita.
Aunque comparten una posición similar sobre la existencia de Israel, que los ha convertido en aliados, pero ambas organizaciones han peleado en campos opuestos en la guerra civil siria.
Hezbolá apoya a Bashar al Assad, mientras Hamás quiere derrocarlo.
Maksad dice que "posiblemente" ya existe un segundo frente debido a los enfrentamientos que se han visto entre Hezbolá e Israel cerca de la frontera libano-israelí.
"Hezbolá y los iraníes son expertos en conflictos en la zona gris (entre la paz y la guerra)", explica.
"Seguirán calentando a Israel y operando en la frontera, pero tratando de evitar una confrontación total y devastadora", prevé.
(Imágenes: Getty Images)
PURANOTICIA // BBC MUNDO