Esto no es exactamente una buena noticia para los otros aspirantes a la nominación del Partido Republicano, que no saben bien cómo responder a la última imputación de Trump.
La acusación contra Donald Trump se desarrolló en dos tribunales el martes por la tarde: un tribunal federal en Florida y el tribunal de la opinión pública.
Dentro del juzgado de Miami, Trump y su equipo legal fueron comedidos. Uno de los abogados de Trump le dijo al juez que el expresidente se declaraba inocente de todos los cargos. Hubo algunas idas y venidas sobre qué tipo de contacto podría tener con los posibles testigos. El expresidente quedó en libertad sin restricciones en sus viajes.
Fuera del juzgado y en las redes sociales, la escena fue muy diferente.
A lo largo del día, el expresidente publicó varios mensajes en su plataforma Truth Social, insultando al fiscal especial Jack Smith y cuestionando por qué no está investigando presuntos delitos cometidos por los demócratas.
"Uno de los días más tristes en la historia de nuestro país", escribió. "¡Somos un país en declive!".
Es la retórica estándar de Trump, quien tiende a lanzar sus ataques más feroces cuando se siente más amenazado.
El otro mensaje que Trump envió después de su comparecencia fue político y más sutil, aunque adornado con la típica teatralidad trumpista.
Su convoy se detuvo en el restaurante Versailles, una cafetería y panadería cubana de Miami, muy popular entre los residentes del barrio de la Pequeña Habana y los turistas.
Mientras estuvo allí, estrechó manos, tomó fotografías e hizo breves comentarios, mientras los clientes le cantaban "Cumpleaños feliz": el exmandatario cumple este miércoles 77 años.
Parecía y se sentía como un encuentro típico de un político en campaña en un estado clave en la batalla electoral. Fue una señal visible de que, para Trump, su candidatura a la Casa Blanca avanza, ¡al diablo con las acusaciones!
Esto no es exactamente una buena noticia para los otros aspirantes a la nominación del Partido Republicano, que no saben bien cómo responder a la última imputación de Trump.
Algunos, como los exgobernadores Chris Christie y Asa Hutchinson, se han lanzado al ataque, criticando la conducta del expresidente y pidiéndole que ponga fin a su campaña.
Ron DeSantis, el más cercano a Trump en las encuestas, ha dirigido sus críticas a los fiscales federales. Quizás sea un reflejo de la cautela del gobernador de Florida para no enojar a los partidarios de Trump, quienes, según los sondeos, lo ven con frecuencia como su segunda opción.
El exvicepresidente Mike Pence y la embajadora de Trump ante la ONU, Nikki Haley, se encuentran en algún punto intermedio, tratando de caminar por una delgada línea entre criticar a su rival republicano y no provocar la ira de sus partidarios.
A veces ese caminar puede parecer más un tambaleo.
La semana pasada, Haley dijo que esta imputación "no es la forma en que se debe buscar la justicia" en EE.UU. El lunes, criticó a Trump por ser "increíblemente imprudente" con la seguridad nacional del país. El martes, mantuvo ese comentario, pero añadió que estaría "inclinada" a perdonar a Trump si se convirtiera en presidenta.
"Sería terrible para el país tener a un expresidente preso durante años por un caso de documentos", dijo.
Todo esto se vuelve más complicado a medida que muchos políticos republicanos parecen moverse hacia una posición de guerra (política).
"No vamos a tolerarlo", dijo el presidente de la Cámara, el republicano Kevin McCarthy, sobre la acusación. Los republicanos en la cámara prometen una investigación agresiva del manejo del caso por parte del Departamento de Justicia.
El senador JD Vance de Ohio se comprometió a retrasar la confirmación de tres de los nominados de Biden al Departamento de Justicia, amenazando con "paralizar su departamento".
Cuanto más se enmarque la acusación contra Trump como un enfrentamiento entre Biden y los republicanos, más se verá cualquier crítica republicana al expresidente como una concesión para los adversarios políticos, y mayor será el riesgo de que pasen a la ofensiva en contra del exmantatario.
Todo esto podría opacar el verdadero misterio en el centro de esta nueva acusación, que además podría ser la mayor debilidad de Trump en este caso.
En la primera acusación de Trump en Nueva York, el caso Stormy Daniels, el motivo parece claro.
¿Quién no intentaría evitar un señalamiento vergonzoso de una relación adúltera con una estrella de cine para adultos justo antes de las elecciones? Sin embargo, los delitos de fraude comercial imputados en ese caso son, según expertos legales, una interpretación inusual de la ley estatal.
En el caso federal, los delitos son claros. Trump está acusado de un mal manejo de información confidencial del gobierno, obstruir una investigación federal y mentir a los investigadores federales.
Pero el motivo sigue sin estar claro.
¿Por qué no entregó el expresidente todos los documentos clasificados cuando el gobierno se lo pidió? ¿Por qué se atrincheró y luchó contra los investigadores, cuando la cooperación podría haber puesto fin a la investigación?
Los rivales del expresidente podrían intentar que él responda estas preguntas, y hacerlo de una manera que convenza a los votantes republicanos de que Trump no merece ser el candidato del partido.
Para ganar, es posible que tengan que hacer que el expresidente dé explicaciones.
PURANOTICIA // BBC MUNDO