En su tradicional mensaje Urbi et Orbi, el Pontífice afirmó que la paz nace de corazones reconciliados y del compromiso con los demás. Además, el Papa destacó que el nacimiento de Jesucristo representa “el nacimiento de la paz verdadera”.
Desde el balcón central de la Basílica de San Pedro y ante miles de fieles reunidos en la Plaza, el Papa León XIV entregó su tradicional mensaje de Navidad Urbi et Orbi, centrando su reflexión en la paz como un desafío que requiere un compromiso activo tanto a nivel personal como colectivo.
En su mensaje, el Pontífice afirmó que el nacimiento de Jesucristo representa “el nacimiento de la paz verdadera”, una paz que no se impone por la fuerza, sino que es capaz de vencer el odio y la violencia mediante el amor misericordioso. En esa línea, recordó que la Navidad trasciende lo meramente litúrgico y se convierte en un llamado concreto a la vida diaria de las personas y de las naciones.
Durante su reflexión, León XIV subrayó que “la paz no es únicamente la ausencia de conflicto, sino el fruto de corazones reconciliados, capaces de perdonar y asumir responsabilidades”, destacando que la reconciliación comienza en el interior de cada persona y se proyecta hacia la convivencia social.
El Papa también puso énfasis en el contexto en que nació Jesús, recordando que vino al mundo en la pobreza, en un establo y sin lugar en el albergue. Según explicó, este hecho revela la opción de Dios por la humildad y la cercanía con quienes viven situaciones de sufrimiento y exclusión.
A juicio del Pontífice, el pesebre simboliza la identificación de Cristo con los marginados, los excluidos y los más vulnerables, y recuerda que la verdadera grandeza no se expresa en el poder, sino en la solidaridad y el cuidado del prójimo.
Finalmente, León XIV insistió en que la paz cristiana implica un proceso personal de reconocimiento de errores, petición de perdón y compromiso con los demás. En ese sentido, citó una idea central de su mensaje al afirmar que Dios “no puede salvarnos sin nuestra colaboración”, subrayando que la construcción de un mundo más justo comienza con decisiones cotidianas guiadas por el amor y la misericordia.
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