En medio de una dura crisis económica que lleva varios años, con una inflación interanual que supera el 115%, Miami se convierte en opción de vida para aquellos que pueden al menos pagar un pasaje a Estados Unidos.
Tres hombres de remera rosa entran a la pizzería Banchero en North Beach. No llegan del estreno de "Barbie". Buscan una pantalla donde ver el primer partido de Lionel Messi en el Inter Miami.
Magnética para los inversionistas y el derroche sin culpa, Miami es el lugar donde los argentinos vienen a ganar (y gastar) dinero. También es, a partir de ahora, la ciudad donde pueden ver a Messi en directo.
Pero no solo por eso Argentina vuelve a hablar de Miami.
En medio de una dura crisis económica que lleva varios años, con una inflación interanual que supera el 115%, Miami se convierte en opción de vida para aquellos que pueden al menos pagar un pasaje a Estados Unidos.
Desde hace años y aún hoy en día, Miami concentra a una triple migración argentina: la clase alta que viene a invertir y proteger su capital de la tradicional incertidumbre en su país; los profesionales que buscan su desarrollo y crear negocios y, sobre todo, jóvenes que aprovechan el visado de turista para trabajar de manera informal y ahorrar dólares durante unos meses.
De un lado la icónica pizzeria Banchero nacida en el barrio de La Boca. Del otro Manolo, la casa de comidas que se popularizó con la venta de churros en Mar del Plata.
Estas dos instituciones gastronómicas de la alicaída clase media argentina se plantan en la avenida Collins que cruza Miami Beach y avisan que ahí nace Little Buenos Aires.
A pesar del nombre, la mayoría de los argentinos que viven en North Beach no llegan de la capital del país sino de otras provincias, sobre todo de la región centro y norte, esta última la más pobre de Argentina.
Pero los que llegan a Miami no forman parte del 38,7% de pobres de ese país. Esta ciudad queda a 7.090 kilómetros de Buenos Aires.
El argentino que decide vivir en Miami no cruza fronteras calientes, ni boyas alambradas. A Miami solo llegan por Wilcox Field, el aeropuerto internacional de la ciudad.
Uno de ellos es Ignacio, de 27 años, que llegó desde la provincia de Córdoba en 2022 con US$2.000 en la mano. Los ahorros de Ignacio le alcanzaban solo para cubrir un mes de renta de un apartamento de una sola habitación.
Por eso, no tuvo otra opción que adaptarse.
Ignacio es ingeniero en sistemas. En Argentina trabajaba en lo que le gusta, pero en enero de 2022 lo dejó todo. "Me imaginaba cómo iba a seguir la cosa allá, por eso decidí salir", dice. "Me gusta Argentina, pero no quiero volver. Después me iré a Italia".
El caso de Ignacio es similar al de Nicolás, de 31 años, nacido en Corrientes, una provincia pegada a Paraguay, en donde trabajaba como croupier en un casino.
Nicolás lleva dos años en Estados Unidos con una visa de turista que solo le permite permanecer seis meses en el país. Este argentino, que ahora trabaja en el sector servicios de un hotel de la zona, quiere volver a visitar a su familia en Argentina, pero sabe que si sale no podrá volver a entrar.
Estos casos se repiten en serie en Little Buenos Aires: argentinos que entran a EE.UU. con una visa de turista, trabajan de manera ilegal durante algunos meses y duermen rodeados de desconocidos en pisos compartidos para abaratar costos.
Micaela, de 29 años, salió de Córdoba al igual que Ignacio. Lo hizo hace ocho meses junto a su novio, Sebastián, de 27 años, con una visa de turista.
No tienen el permiso que los habilita a trabajar en Estados Unidos. Pero lo hacen igual: ella es camarera en un bar, él es cocinero en un restaurante. La misma actividad a la que se dedicaban en Argentina.
Dicen que vinieron porque querían estar más tranquilos. Al preguntarles si encontraron esa tranquilidad que buscaban, la tensión de la cara se les afloja: "Sí, sin dudas, acá la plata te alcanza".
El plan, para ellos, es claro: trabajar un tiempo en Miami, volver con ahorros en dólares e invertir allá.
Están sentados en Manolo, un lugar de comidas que abrió sus puertas en North Beach tres años después de la crisis de 2001, cuando la ciudad recibió a la anterior oleada migratoria de argentinos.
La situación económica que vive ahora ese país tiene características muy diferentes a 2001, pero Miami reaparece como recuerdo presente de esa época entre los argentinos que llegan ahora a probar suerte en Estados Unidos.
Fue en las puertas de Manolo donde el consultor Norberto Spángaro, reconocido por haber organizado el primer campeonato de asado en Estados Unidos, se encontró en 2014 con muchos argentinos con quienes pasaría a fundar la organización "Mi Argentina", que ahora preside.
La ocasión era una protesta de la oposición contra la entonces presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner.
"Ahí nos encontramos con un grupo de argentinos, armamos un grupo de Facebook y empezamos a organizarnos", le dice a BBC Mundo Spángaro.
"Muchos chicos de clase media vienen por unos meses, trabajan muchísimo y luego se van. En esos seis meses se llevan sus US$10.000 de ahorro. Es mucho dinero en Argentina", dice.