A finales de 2017, Carles Puigdemont huyó escondido en la parte trasera de un automóvil a Bélgica, donde lleva casi siete años prófugo y tiene una orden de extradición a España para enfrentar cargos penales.
Tras seis años y nueve meses prófugo de la justicia, regresó a España, dio un discurso frente a centenares de seguidores y volvió a huir.
Parece la trama de un thriller o una comedia, pero sucedió este jueves en Barcelona y su protagonista fue Carles Puigdemont, uno de los líderes del independentismo catalán.
Puigdemont, de 61 años, es expresidente de la Generalitat -el gobierno regional de Cataluña- y actual diputado electo del Parlamento de esta comunidad autónoma en el noreste de España.
Está acusado de desobediencia y malversación por haber organizado en 2017 un referendo ilegal y haber participado en la declaración unilateral de independencia de Cataluña en octubre del 2017.
A finales de aquel año huyó escondido en la parte trasera de un automóvil a Bélgica, donde lleva casi siete años prófugo y tiene una orden de extradición a España para enfrentar cargos penales.
Barcelona se preparaba esta semana para la ceremonia de investidura de Salvador Illa como nuevo presidente de la Generalitat tras ganar las elecciones regionales del pasado mayo.
La llegada al gobierno de Illa (del Partido Socialista de Cataluña) pone fin a una serie de gobiernos independentistas.
Con motivo de la proclamación del nuevo mandatario autonómico, el fugitivo expresidente protagonizó su insólita aparición.
Entró el martes de forma clandestina en Cataluña y pasó todo el miércoles escondido “en más de un sitio”, según explicó Jordi Turull, secretario general de Junts per Catalunya (JxCat), el partido independentista que presidió el propio Puigdemont hasta 2022.
Turull aseguró haber acompañado a Puigdemont durante toda su estancia clandestina en España hasta su huida.
El jueves, el expresidente pasó de estar escondido a darse un baño de masas en un acto de bienvenida organizado junto al Arco de Triunfo de Barcelona, donde pronunció un discurso ante sus seguidores.
"¡Viva una Cataluña libre!", proclamó, y aseguró que había vuelto "para recordaros que todavía estamos aquí".
Los Mossos D’esquadra, la policía autonómica de Cataluña, sabían que Puigdemont estaba en Barcelona y organizaron un operativo para detenerlo.
Sin embargo, tras su intervención, y asistido por sus compañeros de causa, el líder independentista dio esquinazo a la policía y huyó de nuevo.
Se inició una persecución con controles temporales en las carreteras de Barcelona y las cadenas de televisión españolas mostraron imágenes de retenes policiales en La Junquera, un municipio fronterizo con Francia.
Sin embargo, esto no impidió a Puigdemont cruzar la frontera entre España y Francia y regresar a Bélgica, donde tiene su residencia, según confirmaron autoridades de su partido.
Esta insólita sucesión de acontecimientos ha generado una fuerte polémica en España, donde los medios han destacado el escándalo que supone que un fugitivo de alto nivel entre en el país, aparezca en un acto público y escape de nuevo sin ser detenido.
También se ha señalado al cuerpo policial de los Mossos como responsable de que esto haya ocurrido.
El comisario jefe de los Mossos, Eduard Sallent, dio este viernes algunas explicaciones sobre lo sucedido que tampoco han contribuido a aplacar el escándalo.
Sallent defendió que el plan había sido arrestarlo "en el lugar más adecuado" y especificó que el expresidente de la Generalitat “huyó del lugar en un vehículo que los Mossos intentaron detener, pero no lo consiguieron".
También confirmó que dos agentes han sido detenidos bajo sospecha de haberlo ayudado a huir.
La policía catalana se enfrenta ahora al escrutinio de un juez del Tribunal Supremo español, que le ha exigido una explicación de por qué Puigdemont logró escapar.
El juez Pablo Llarena, que emitió la orden de arresto de Puigdemont, también ha preguntado al Ministerio del Interior del gobierno de Pedro Sánchez sobre sus planes para arrestarlo en la frontera, algo que no ocurrió.
(Imagen: EFE)
PURANOTICIA // BBC MUNDO