Con un PIB per cápita anual de US$368, según datos del Banco Mundial, Afganistán es uno de los países más pobres del mundo.
La situación de los derechos humanos, y de las mujeres en particular, no es lo único que ha empeorado en el último año y medio en Afganistán.
Desde que los talibanes tomaron el poder en julio de 2021 -dos décadas después de ser desalojados por las tropas estadounidenses- la ya precaria economía del país se ha deteriorado aún más.
Con un PIB per cápita anual de US$368, según datos del Banco Mundial, Afganistán es uno de los países más pobres del mundo.
La mitad de sus más de 42 millones de habitantes sufre graves problemas de nutrición y un 86% pasa hambre, la mayor cifra del planetay 11 puntos más que un año antes, según datos de 2022 del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU.
La reducción de la ayuda externa, desastres climáticos (desde terremotos e inundaciones el años pasado hasta la reciente ola de frío polar) y la inflación a escala global son factores que han agudizado la crisis.
A esto se suma la congelación de unos US$9.500 millones en activos del banco central afgano en el extranjero por las sanciones internacionales.
En su intento de mantener las finanzas del país a flote, el gobierno talibán está recurriendo a antiguas y nuevas fuentes de ingresos.
Desde su irrupción en el poder, los talibanes han aumentado la recaudación de impuestos.
"Los talibanes han logrado un amplio control militar del territorio completo de Afganistán, algo que ningún otro grupo había logrado por décadas, y esto les ha permitido recaudar más", explica a BBC Mundo el investigador canadiense Graeme Smith, exfuncionario de asuntos políticos de la ONU en Afganistán y consultor de la organización International Crisis Group.
El gobierno recolectó en impuestos más de US$1.500 millones entre diciembre de 2021 y octubre de 2022, según el Banco Mundial, cifra superior al mismo período de los dos años precedentes.
Para ello ha sido clave el control de los pasos fronterizos, donde en 2022 se recaudó un 59% del total de impuestos, cifra que en años anteriores quedaba por debajo de la mitad.
"Las aduanas se han convertido en la principal fuente de ingresos para el régimen", sentencia Smith.
Ali Houssaini, periodista afgano de la BBC, agrega que "ahora que los talibanes tienen el control total de los cruces fronterizos y las oficinas gubernamentales de Afganistán, pueden recaudar varios tipos de impuestos, en especial los que se aplican a importaciones".
Debido a las condiciones climáticas extremas y el bajo nivel de desarrollo de los sectores agrícola e industrial, entre otros motivos, Afganistán depende en gran medida de los productos importados para su suministro nacional.
Houssaini cree, además, que los talibanes "son más estrictos a la hora de recaudar impuestos" en comparación con los anteriores gobernantes del país.
"Antes el dinero acababa más frecuentemente en los bolsillos de particulares, pero ahora hay menos corrupción en ese aspecto y un mayor porcentaje termina en manos del gobierno".
Los talibanes incluso declararon una "semana de recaudación de impuestos" a nivel nacional para promover esta práctica.
Además de los convencionales, los talibanes recaudan impuestos religiosos.
Son los llamados Ashar y Zhakat, con los que los extremistas ya se financiaban en los territorios que iban tomando antes de recuperar el poder en 2021.
El periodista de la BBC explica en qué consisten: "Cada año tienes que calcular tu patrimonio y dar una quinta parte al gobierno".
"No tenemos el número exacto ni la escala, pero se estima que es un número alto, porque el 99% de afganos son musulmanes y tienen que obedecer lo que les ordenan como un acto islámico".
Smith, por su parte, coincide en que es difícil poner en cifras la magnitud de estos ingresos o su contribución a las arcas estatales.
"Los talibanes no han sido transparentes con sus finanzas, así que no sabemos".
Afganistán es un país rico en recursos naturales, desde carbón, petróleo y gas natural hasta oro, cobre, tierras raras y piedras preciosas.
El valor de estos recursos es de aproximadamente $1 billón, según la estimación de geólogos y expertos del Departamento de Defensa de EE.UU..
Su extracción, sin embargo, requiere de una alta inversión en maquinaria, transporte y logística que, debido la inestabilidad política en el país, no se ha producido.
"La mayor parte de esas riquezas probablemente se mantendrán bajo tierra en un futuro próximo", afirma Smith.
"Si quieres sacar oro y mineral de cobre de Afganistán necesitas construir un ferrocarril; eso es una inversión muy grande y de momento los inversores se están mostrando muy cautos sobre realizar un desembolso así", asevera.
De momento el principal producto de exportación es el carbón, que Afganistán envía sobre todo a Pakistán.
Las ventas afganas de carbón a su vecino aumentaron aproximadamente un 20% en el primer año bajo el régimen talibán hasta las 10.000 toneladas diarias, según datos del gobierno.
Esto contribuyó al aumento del 90% interanual en las exportaciones totales de Afganistán en 2022, que alcanzaron los US$1.700 millones, según un reciente informe del Banco Mundial.
Pakistán, con el 65%, es el principal destino de los productos mineros, textiles y agrícolas afganos, seguido por India con el 20%.
Durante dos décadas hasta 2021 se abrieron 126 pequeñas minas en Afganistán y, según el Ministerio de Minas y Petróleo de los talibanes, solo el último año se han agregado otras 60 y hay varios contratos más por firmar, indica Ali Houssaini.
El periodista explica que varias empresas chinas negocian en Kabul con el gobierno talibán para firmar contratos, "especialmente en minería de cobre".
Y también en petróleo: el gobierno afgano anunció este mes que firmará con la empresa china CAPEIC el mayor contrato de extracción de crudo con una compañía extranjera desde que los talibanes tomaron el poder hace un año y medio.
Antes de llegar al poder, los talibanes obtenían gran parte de sus ingresos de actividades delictivas como extorsiones, secuestros y, sobre todo, el cultivo y venta de opio.
Afganistán llegó a copar más del 80 % de la producción mundial de opio ilícito, según datos de la ONU.
En abril de 2022 los talibanes prohibieron el cultivo de la adormidera en el país.
Esta amapola, que sirve para producir la heroína y otras sustancias altamente adictivas, ha sido por décadas una fértil fuente de ingresos tanto para gobernantes y funcionarios corruptos como para agricultores, caciques locales y señores de la guerra en el país.
Los talibanes, antes de tomar el poder, también se financiaban en parte con las ventas de opio. ¿Han dejado de hacerlo?
En julio el gobierno de Estados Unidos publicó un informe que indica que los gobernantes afganos "parecen comprometidos con su prohibición de los narcóticos", pese a que corren el riesgo de perder el apoyo de los agricultores y otras personas involucradas en el narcotráfico.
Houssaini cree que, aunque en menor medida y siendo imposible de contabilizar, el gobierno talibán sigue recibiendo dinero procedente del narcotráfico.
"Aunque los líderes talibanes han prohibido el cultivo y la venta de drogas en Afganistán, estas se siguen cultivando y traficando", sostiene.
De hecho, ocho meses después del anuncio de la prohibición del cultivo de narcóticos, se detectaron 233.000 hectáreas de cultivo de opio, según el último informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
Y parte del dinero recaudado, sostiene el periodista, acaba en las arcas públicas a diferencia de las administraciones anteriores, en las que casi todo iba a parar directamente a los bolsillos de funcionarios corruptos.
PURANOTICIA // BBC MUNDO