De 39% de opinión negativa o muy negativa en febrero, a dos semanas del incendio, este mes la alcaldesa de Viña del Mar sumó 8 puntos alcanzando un 47% en esta pregunta. Cuatro analistas políticos explican los motivos y plantean estrategias para dar vuelta el escenario, pensando en si la jefa comunal no quiere perder el terreno ganado de cara a su reelección.
La última encuesta Cadem dada a conocer esta semana a nivel nacional dio varias sorpresas. Una de ellas fue la de la valoración hacia la imagen de la alcaldesa de Viña del Mar, Macarena Ripamonti, quien este mes sumó 8 puntos respecto de febrero entre quienes la conciben de forma crítica, con un 47% de los encuestados respondiendo que asocia su rol de manera negativa o muy negativamente, versus un 39% obtenido en la misma pregunta hace un mes, a dos semanas de ocurridos los incendios en Viña del Mar.
De acuerdo a distintos analistas políticos y de comunicación, los resultados de la última Cadem responden a una reacción de la ciudadanía respecto del rol de la jefa comunal en torno a la lentitud, poca claridad y problemas con la reconstrucción y soluciones habitacionales para los afectados por el megaincendio.
Felipe Venegas, analista político de la Universidad de Playa Ancha, afirma que “la baja en las encuestas responde fundamentalmente al desempeño del municipio en la ayuda a la reconstrucción de las zonas afectadas por el incendio en la comuna, que ha sido fuertemente criticado por los damnificados. Además, la falta de preparación del municipio para enfrentar situaciones de incendio al no contar con el plan de acción respectivo”.
La analista política y directora de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez, Karen Trajtemberg, dice que "es obvio que el incendio le iba a afectar, porque si bien en un comienzo tuvo una presencia muy fuerte y se vio muy ejecutiva, después, en la medida en que empieza a funcionar el mundo real, ya empiezan con los problemas clásicos del manejo del Estado, del manejo de las municipalidades, que básicamente es ponerse de acuerdo con el Gobierno, lograr recursos, algo imposible, y obviamente eso le iba a generar un costo”.
Claudio Elórtegui, académico e investigador en Comunicación Política PUCV, plantea que “toda crisis que no tiene una resolución de la misma y que además proyecta la atención entre la rápida respuesta que necesitan los damnificados y a su vez un proceso burocrático, centralizado, de tiempos que son diferentes a las expectativas y necesidades va a proyectar una merma importante en la imagen de una figura y sobre todo en la personalización que hoy tienen los municipios, que hoy están ligados a una figura política que asume los aspectos positivos de manera muy rápida e instrumental pero también esa personalización de la gestión municipal trae consigo un fuerte costo cuando te enfrentas a crisis de alta complejidad como las que se están viviendo”.
Por otra parte, indica que “la salida del director de Senapred y sus declaraciones posteriores implican un tema de no necesariamente la asignación de la responsabilidad de la decisión del gobierno hacia la figura del director del servicio, sino que como esta solicitud de renuncia no se cierra en buenos términos, no se logran controlar comunicacionalmente los dichos críticos de esta figura que sale del servicio, claramente daña la imagen y acción de la alcaldesa. La decisión política no logra el efecto de dar vuelta la página rápidamente y asumir la responsabilidad en el director de Senapred saliente. Lo que sucede es que el escenario sigue abierto por quien asume la responsabilidad política a ojos de la opinión pública y la ciudadanía en torno a los hechos del megaincendio”.
Por su parte, Felipe Vergara, analista político Unab, coincide con que la principal causa en la caída de Ripamonti es por el incendio de febrero, además de “la molestia que generó que pudiesen haber acciones preventivas que no se realizaron y la denuncia por parte de los abogados por negligencia que concluyeron en el fallecimiento de una persona del Jardín Botánico. Es difícil lograr capitalizar los esfuerzos que se hacen en una catástrofe como ésta, y constantemente las críticas vienen y es muy difícil poder subsanar todo como uno quiere, y siempre va a sentir que no se hizo lo suficiente. Creo que además que su acción en el Festival de Viña no fue exitosa, este cartel más que posicionarla generó críticas por usar un espacio de fiesta, como es el Festival, para un reclamo popular. Me parece que esas son las principales causas de esta baja en la popularidad”.
En cuanto a qué hacer para dar vuelta esto, considerando el desafío de la reelección, Venegas plantea que “frente a las elecciones siempre una autoridad en ejercicio va a tener buenas posibilidades si es capaz de demostrar en terreno los esfuerzos que se están desplegando no sólo en la reconstrucción, sino además en los temas permanentes que afectan a la comuna como la seguridad, el desarrollo económico y la participación comunitaria en la toma de decisiones, donde la capacidad de convocatoria y diálogo son fundamentales”.
Para Elórtegui, revertir esto puede darse “en la medida que se van evidenciando avances en el punto conflictivo que hoy está presente, la velocidad en la reconstrucción. Por un lado, la alcaldesa tiene que mostrar, evidenciar y explicar cuál es el nivel de injerencia que tiene en esa reconstrucción. Para los damnificados, una explicación de cómo funciona el centralismo en Chile nunca va a ser un alivio. Hay que mostrar más claramente fechas, plazos y disponibilizar los recursos que se puedan emanar desde la propia municipalidad, para que las personas, sobre todo en cuanto a la información, puedan tener claridad sobre que este proceso tiene sus naturales tiempos de lentitud, transparentar esto, no generar sobreexpectativa y asumir un nivel activo de gestión en la reconstrucción, buscando considerar un liderazgo regional pero que también apalanque todos los recursos a nivel nacional y que se vea algo coordinado y mancomunado entre todos el Estado”.
Trajtemberg dice, en tanto, que “el tema es cómo gestiona esto de aquí en adelante, porque si lo gestiona bien puede ser una tremenda oportunidad de aquí a su gestión y si lo gestiona mal puede ser una tremenda piedra en el zapato. Es muy difícil que un alcalde o alcaldesa va por primera vez a la reelección no salga reelegido, por eso se la tiene que jugar bien y estratégicamente a ella le conviene mucho más ser el policía bueno, la que proponga soluciones y que finalmente el costo político, cuando no se pueden hacer dichas propuestas y no se puedan llevar a la práctica, se lo lleve el Gobierno y no el municipio, que es lo que pasó con Carlos Montes y las supuestas expropiaciones. Y eso también vale para la alcaldesa de Quilpué”.
Ahora bien, estima que “un punto complejo es que aumente su conocimiento y disminuya un poquito su aprobación, porque en la medida en que tengas más conocimiento por parte de la ciudadanía también significa que tienes menor capacidad de aumentar tu background de gente que te valora positivamente. Si un 10% de la ciudadanía te conoce pero te queda un 90% por conquistar, tú tienes un espacio de crecimiento muy grande, y por el contrario, si te conoce un 90% de la ciudadanía y la mayoría te evalúa mal, tu espacio de crecimiento y conquista de ese electorado es mucho más pequeño, y ese es un problema mucho más complejo que los 2 puntos de diferencia. Que aumente su valoración negativa y también su conocimiento, porque ahí el pedazo de torta de electores que puede convencer se va achicando. Desde la humildad de un análisis político, no pretendo dar cátedra, ella debería ser capaz de instalarse como la líder de la reconstrucción frente a las otras alcaldesas cuyas ciudades también están afectadas, y ella tiene esa posibilidad porque tiene más conocimiento de parte de la ciudadanía y un carisma que la ciudadanía reconoce. Considerando que la reconstrucción no va a pasar por la municipalidad y los recursos tampoco, ella puede transformarse una representante de los damnificados, no sólo de Viña, y ser la cara visible de ellos”.
Para Vergara, revertir esto “no es fácil porque la crisis se mantiene y continúa y por lo tanto el descontento se puede mantener e incluso crecer. Creo que la alcaldesa debe mostrarse mucho más en terreno, como en febrero, y generar más instancias mediáticas que muestren las gestiones que se están haciendo, recoger los llamados que está haciendo y difundirlos con más fuerza y hacer un trabajo conjunto. Ojalá apoyarse con sus concejales, también con el candidato a gobernador y lograr que distintas autoridades nacionales sigan participando activamente de lo que sucede en Viña del Mar para ir mostrando con hechos reales los avances en la reconstrucción”.
Además, mencionan potenciar el trabajo comunicacional: “Tiene que haber un trabajo muy fuerte en el cara a cara, también un trabajo comunicacional muy fuerte en el involucramiento de las dirigencias territoriales y en cómo se va gestionando el malestar. Y la gestión del malestar y gestión de expectativas son muy importantes en la política, pensando en el contexto electoral que estamos situados”, dice Elórtegui, mientras que Trajtemberg añade que “tiene que dejar el miedo que tiene a la prensa atrás y comunicar más, eso le puede jugar a favor, pero si sigue sin hablar y sólo hablando a partir de redes sociales que es un nicho que no necesariamente es muy amplio, pensando que Viña del Mar es una comuna que tiene muchas personas de la tercera edad, no vive su vida a través de Instagram. Ella tiene que hablarle a los distintos públicos e instalarse como el rostro de la reconstrucción, eso podría jugarle muy a favor, pero eso requiere mayor visibilidad de lo que se hace”. “Comunicar más y mejor, informar los estados de avance, sin dejar de lado las otras zonas de Viña del Mar, mostrando acciones preventivas, tiene una oportunidad en esta crisis de mostrar resultados”, sugirió Vergara.
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