A los humanos nos encanta complicar las cosas. Siempre habrá maneras más eficientes de resolver las situaciones adversas.
A los humanos nos encanta complicar las cosas. Siempre habrá maneras más eficientes de resolver las situaciones adversas y, generalmente, la naturaleza es más sabia que nosotros en ese sentido. Las hormigas son un gran ejemplo. Si las miráramos a ellas, podríamos resolver un problema tan común como los atascos en el tráfico.
En el año 2012, unos ingenieros de la Universidad Texas A & M, se percataron de que, basándose en el comportamiento de las hormigas, se podrían coordinar de manera más eficiente las señales de tránsito cuando haya congestión vehicular.
¿Cuál es la diferencia entre estas criaturas y nosotros? La diferencia es que, en este tipo de situaciones, las hormigas piensan en conjunto y no son, en ningún momento, egoístas. Un experimento ha dejado en evidencia este fenómeno.
la prueba consistió en en que los investigadores pusieron hormigas en una cámara con dos salidas. Después pusieron aceite de citronela, que las hormigas odian, en diferentes cantidades alrededor de la cámara e hicieron un seguimiento de cómo salían de ella.
La conclusión que se obtuvo fue que, mientras los humanos se abalanzarían hacia las salidas, colapsándolas, las hormigas se esparcieron por toda la zona, menos en las cercanías del aceite. Es decir que, al organizarse mejor en el espacio, evitan que las salidas colapsen. Este comportamiento egoísta del humano se evidencia día a día en el tráfico.
Para solucionar este tipo de problemas tendríamos que aprender una característica esencial del comportamiento de las hormigas: el altruismo. Dime, ¿quién dejaría de usar su carro para que el resto pudiera hacerlo de manera más expedita?.