Hace 29 años desconocidos profanaron la tumba del líder argentino y con una sierra le arrancaron las extremidades. Hasta hoy se desconoce qué pasó con ellas.
Corría el mes de junio de 1987 y en la capital de Argentina, Buenos Aires, desconocidos profanaban la tumba del ex presidente y líder político trasandino, Juan Domingo Perón, cortándole las manos a su cadáver embalsamado para luego hacerlas desaparecer.
El primer juez de la causa, Jaime Far Suau, falleció en un extraño accidente automovilístico. El cuidador del cementerio y una deuda habitual que habría aportado la descripción de uno de los sospechosos de la profanación corrieron con la misma mala fortuna. El 2008 desaparecieron los expedientes de la investigación.
Las manos fueron cortadas con una sierra tipo quirúrgica luego de hacer un boquete de 28 centímetros en el vidrio blindado de nueve centímetros de espesor que cubría el féretro.
La mutilación fue denunciada el 29 de junio de 1987. Faltaban la gorra, la bandera y el sable que cubrían el ataúd, además de las manos del cadáver.
Se investigaron móviles políticos, considerando el hecho como una operación para desestabilizar al gobierno de Raúl Alfonsín; delictivos, sugiriendo que las huellas dactilares de Perón abrirían una supuesta caja fuerte; y hasta esotéricos, por la vinculación del general con ciertas logias, pero el caso no ha podido ser resuelto hasta hoy.
AGENCIA UNO