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El medio ambiente y el clima ayudaron a dar forma a los distintos lenguajes

El medio ambiente y el clima ayudaron a dar forma a los distintos lenguajes

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Las lenguas en las zonas con mayor cobertura de árboles tienden a ser menos pesadas en consonantes aseguró Ian Maddieson, profesor adjunto en el Departamento de Lingüística de la Universidad de Nuevo México.

El medio ambiente y el clima ayudaron a dar forma a los distintos lenguajes
Miércoles 4 de noviembre de 2015 16:00
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Es bien conocido que la adaptación progresiva al medio ambiente dio forma al desarrollo de los órganos humanos y el cerebro, pero un nuevo trabajo de un equipo internacional de investigadores sugiere que las variaciones en la evolución lingüística humana también reflejan adaptaciones a condiciones ecológicas locales.

Los investigadores, procedentes de la Universidad de Nuevo México, en Estados Unidos, y el 'Laboratoire Dynamique du Langage-CNRS', en Francia, han realizado un amplio estudio para examinar la relación entre los patrones de los sonidos de una muestra mundial de lenguas humanas y los factores climáticos y ecológicos, entre ellos la temperatura, la precipitación, la vegetación y la geomorfología.

Sus resultados, que se presentan en la 170 Reunión de la Sociedad Acústica de América (ASA), que se celebra hasta el viernes, muestran una correlación entre factores ecológicos y la ratio de segmentos sonantes, que son producidos por el flujo de aire ininterrumpido, hasta segmentos obstruyentes, que se forman mediante la obstrucción del flujo de aire, en los idiomas examinados. Esto apoya la hipótesis de que la adaptación acústica al medio ambiente juega un papel en la evolución de los idiomas humanos.

"Creemos que este trabajo es, con mucho, el más extenso y cuidadoso sobre una posible relación entre los aspectos específicos de los patrones de sonido de los idiomas humanos y los factores ambientales", afirma el investigador principal, Ian Maddieson, profesor adjunto en el Departamento de Lingüística de la Universidad de Nuevo México.

"Vimos que el número de consonantes distintas y el grado en que las consonantes se agrupan en sílabas se correlaciona con la precipitación media anual, la temperatura media anual, el grado de cobertura de los árboles y la elevación geográfica y 'rugosidad' montañosa de la zona en la que se hablan tradicionalmente", explica. "Tanto el número de consonantes distintas como su distribución en las estructuras silábicas son menores donde la cubierta forestal y la temperatura son más altas", detalla.

Ambos factores tienden a hacer la transmisión de frecuencias más altas menos fiable. Según Maddieson, esto podría explicar por qué las lenguas habladas por personas en las zonas tropicales tienden a hacer más vocales en sus idiomas, ya que éstas se distinguen con diferencias en frecuencias más bajas. Además, mediante el uso de estructuras más simples de sílabas, las vocales son más frecuentes en la transmisión del lenguaje hablado.

Maddieson cree que sus hallazgos ofrecen apoyo a una aplicación de la Hipótesis de la Adaptación Acústica, que que sostiene que las especies se adaptan a sus señales acústicas para optimizar la transmisión del sonido en el entorno en que viven, a las lenguas humanas. La hipótesis fue propuesta por primera vez por E.S. Morton en 1975 en relación a las llamadas de 177 especies de aves.

Morton sugirió que las aves en las zonas boscosas tienden a cantar en las frecuencias más bajas que las aves que viven en áreas abiertas con el fin de mejorar la eficacia de la transmisión de la señal en el entorno específico en que viven. Un trabajo más reciente mostró que las aves de la misma especie adaptan sus llamadas para que sean más eficaces en el contexto de la contaminación moderna por el ruido urbano.

Para explorar la relevancia de la Hipótesis de la Adaptación Acústica a la evolución de las lenguas humanas, el equipo de Maddieson correlacionó los datos fonológicos de las lenguas del Sistema de Base de Datos Fonológicos de Lyon-Albuquerque (LAPSyD) con datos climáticos y ecológicos del Comité Directivo Internacional de Cartografía Mundial.

Se excluyeron los principales idiomas del mundo, como Inglés, chino mandarín y español, ya que pueden no mostrar ningún tipo de relación detectable entre los factores ambientales y los rasgos lingüísticos. Después de otras exclusiones, como casos en que los que se han perdido los datos o donde los nombres de los idiomas eran ambiguos, se incluyeron en el análisis final 628 lenguas indígenas de todas las partes del mundo.

"La transmisión de las ondas sonoras consiste en la propagación de las pequeñas diferencias de presión a través del espacio en un medio como el aire. Para la más fiel propagación de las ondas sonoras, el medio tiene que ser uniforme, de lo contrario se producirán algunas distorsiones", explica Maddieson.

MÁS ÁRBOLES MENOS CONSONANTES

En una zona con vegetación densa, los caminos de la transmisión no son uniformes. Algunas ondas sonoras se reflejan hacia atrás por la vegetación, mientras que otros se desvían hacia los lados, lo que lleva a la degradación de la señal y la transmisión ineficaz. Además, las señales de sonido que contienen cambios muy rápidos, o frecuencias altas -como las consonantes / p, t, k /- se ven más afectadas por la vegetación densa que las señales de sonido con cracteres en estado de equilibrio o de baja frecuencia, como las vocales.

"Eso podría explicar por qué las lenguas en las zonas con mayor cobertura de árboles tienden a ser menos pesadas en consonantes", destaca Maddieson. "Los entornos en los que las frecuencias más altas se transmiten menos fielmente pueden favorecer un mayor uso de los sonidos que se caracterizan por bajas frecuencias, es decir, sonidos más sonoros", agrega este experto.

Maddieson señaló que la vegetación no es el único factor ecológico que afecta a la transmisión del sonido humano, sino que el aire seco caliente puede generar ondas en el aire que rompen la coherencia de la transmisión del sonido de alta frecuencia y el terreno irregular puede degradar las señales de alta frecuencia. Otros factores, como la temperatura, el viento y la lluvia juegan un papel en la configuración de los lenguajes humanos en diferentes áreas.

Este análisis sugiere que la precipitación total anual, la temperatura media anual y la rugosidad del terrno contribuyen a explicar cómo de llena de consonantes está una lengua. Según Maddieson, estos factores representan casi una cuarta parte de la variación sobre cómo una lengua contiene consonantes.

El siguiente paso de los investigadores es estudiar una amplia muestra de las grabaciones de idiomas hablados en lugar de los datos de resumen de los inventarios y estructuras silábicas para ver si los factores ecológicos podían predecir la proporción de segmentos sonorantes por unidad de tiempo en las lenguas habladas.

Pn/cp

AGENCIA UNO

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