Tras la eliminación de la vacuna de hepatitis B para recién nacidos, Trump ordenó revisar todo el calendario infantil para reducir dosis y ajustarlo a estándares internacionales.
El 5 de diciembre de 2025, el comité asesor para vacunas del CDC, Advisory Committee on Immunization Practices (ACIP), votó por 8 contra 3 eliminar la recomendación universal de administrar la vacuna contra la hepatitis B a todos los recién nacidos. A partir de ahora, la primera dosis al nacer estará reservada para bebés cuyas madres den positivo en hepatitis B, mientras que para los demás se sugiere una “decisión compartida” entre padres y médicos, y — en caso de decidir vacunar — retrasar la primera dosis hasta los dos meses de edad
En reacción a este cambio, Trump anunció que ha firmado un memorando presidencial que ordena al Department of Health and Human Services (HHS) iniciar “una revisión exhaustiva” del calendario de vacunación infantil en Estados Unidos. Según el mandatario, el objetivo es “alinear” ese calendario con el de otros países desarrollados — como Canadá, Japón o Alemania — y basarlo en “el criterio de referencia de la ciencia y el sentido común”. Trump criticó que el esquema estadounidense haya exigido “hasta 72 inyecciones para bebés perfectamente sanos” y lo calificó de “ridículo”.
El anuncio se produce en un contexto de fuerte controversia: grupos de salud y expertos han advertido que la revocación de la dosis universales al nacer pone en riesgo décadas de prevención efectiva. Organizaciones que velan por la salud pública han señalado que la vacuna contra hepatitis B administrada al nacer ayudó a reducir los casos infantiles en más de un 99 %
Por su parte, quienes apoyan el cambio argumentan que la prevalencia actual del virus en recién nacidos — especialmente en madres que han sido cribadas — es muy baja, y que los países con menor carga epidemiológica aplican calendarios de vacunas más reducidos
El memorando presidencial instruye al HHS a revisar con urgencia el conjunto del calendario de inmunización infantil, con la promesa de “no comprometer el acceso a las vacunas actualmente disponibles para los estadounidenses”. Trump pretende redefinir el esquema vacunal basándose en lo que considera “mejores prácticas” globales, una postura que ha generado alarma entre autoridades de salud, especialistas y asociaciones médicas en EE. UU.
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