Estas "islas de vegetación" que surgen en medio del paisaje desértico son conocidas como lomas en Perú u "oasis de niebla" en Chile.
Extendiéndose a lo largo de la costa del Pacífico de Perú y Chile, los hiperáridos desiertos de Sechura y Atacama son considerados los más secos del mundo y de los más antiguos.
Pero cada año, a pesar de su aridez, las colinas se tornan verde y se llenan de flores.
Estas "islas de vegetación" que surgen en medio del paisaje desértico son conocidas como lomas en Perú u "oasis de niebla" en Chile.
Y se les llama así porque las plantas dependen casi exclusivamente de la niebla proveniente del mar.
Se trata de un frágil equilibrio entre las corrientes marinas, los vientos, la altitud de los Andes y los eventos climáticos extremos.
Y este equilibrio es tan volátil que cualquier variación implica un cambio en la cobertura vegetal de las lomas.
Hay incluso oasis que solo florecen una vez cada diez años.
Estas lomas han llamado la atención de científicos, que esperan entender cómo los cambios climáticos influyen en nuestros ecosistemas a una velocidad mucho más rápida que en otras partes.
Un grupo de expertos de Inglaterra y Perú ha logrado mapear con increíble exactitud la extensión real de las lomas: más de 17.000 kilómetros cuadrados, cuatro veces más de lo que se sabía con anterioridad.
Esto representa diez veces más que el área de Londres.
Y no solo eso, sino que también han encontrado que los oasis son un vasto hábitat lleno de plantas y flores endémicas, muchas de las cuales tienen pocos o ningún registro científico.
"Es muy emocionante porque es el único sistema terrestre que reacciona increíblemente rápido a los cambios en las temperaturas marinas. Es como un indicador de lo que ocurre en los océanos pero en la tierra", dice a BBC News Mundo Justin Moat, científico del Real Jardín Botánico de Kew de Londres y autor principal del estudio.
"Normalmente ves estos cambios en 10, 20 o 30 años. Pero con los oasis de niebla, los cambios son casi inmediatos, en meses o semanas, lo que los hace muy útiles como indicadores climáticos", explica Moat.
El ecosistema de oasis de niebla recorre más de 3.000 km a lo largo franja costera del océano Pacífico.
Puede ir desde la Península de Illescas (al sur de la ciudad de Piura en Perú) hasta el Parque Nacional Llanos de Challe en Chile; y adentrarse en ocasiones hasta varios kilómetros tierra adentro
Su máxima productividad ronda entre los meses de agosto y septiembre. Pero a veces puede extenderse incluso hasta diciembre.
Se trata de un vinculo entre corrientes como las de Humboldt y fenómenos climáticos como los de El Niño. Durante el invierno austral, las nubes son arrastradas tierra adentro, donde se topan con las lomas y montañas del desierto.
Durante esta temporada, la vegetación de las lomas se vuelve verde y exuberante y florecen muchas especies de flores.
Otros factores como la altitud son claves: en promedio, la vegetación de las lomas florece a unos 500 metros sobre el nivel del mar.
"Es un evento muy esporádico. Se crea todo un manto de vegetación verde cargado de flores", dice Carolina Tovar, científica de los Jardínes de Kew y coautora del estudio.
"Lo que los hace tan particulares es que son muy estacionales y extremadamente sensibles".
Dependiendo del nivel de humedad, el manto vegetal puede expandir o retraerse. Cualquier variación en el mar puede hacer que haya menos niebla y, por ende, menos oasis.
Pero si hay más niebla, un mayor número de semillas germina.
Hasta la fecha se carecía de un mapa fiable que permitiese a la comunidad científica conocer la extensión real de las lomas.
Previamente se creía que las lomas cubrían un área de menos de 2.000 km cuadrados en Perú.
Esta inexactitud ocurría porque era muy difícil estudiar a los oasis de niebla, ya que cuando ocurren son cubiertos por nubes, lo que impide tomar imágenes satelitales.
Para ello, el equipo de Moat tuvo que "mirar a través de las nubes".
Los científicos procesaron 20 años de imágenes satelitales con tecnología que les permitía ver lo que había debajo de las nubes.
Gracias a ello, no solo lograron mapear la ubicación y extensión de estas lomas, sino también categorizarlas.
Los miembros del equipo lograron identificar tres tipos principales de oasis de niebla, como son los efímeros, los cuales tienen especies de plantas de rápida reproducción y que aparecen con poca frecuencia, con una floración cada cinco a 30 años.
También están los oasis de niebla de tillandsia, un tipo de planta que aprovecha la humedad del ambiente para nutrirse.
O los oasis herbáceos y leñosos, más verdes y ricos en biodiversidad.
Algunos oasis pueden ser verdes por períodos muy cortos del año, mientras que algunas plantas pueden brotar una vez por décadas o más.
Otros pueden tener plantas perennes durante todo el año.
Los científicos encontraron que aproximadamente 1.200 especies de plantas y flores están asociadas específica y evolutivamente con los oasis de niebla.
De ellas, 52% es estrictamente endémico.
"Las lomas son sistemas únicos en el mundo. De ahí su importancia científica para el planeta entero. Hay especies claves y endémicas dentro de las lomas que no existen en otra parte", dice Alfonso Orellana-García de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Perú y uno de los autores del estudio.
Algunas de las especies endémicas incluyen parientes silvestres de cultivos, incluidos los de papa, tomate, calabaza y papaya, así como especies de plantas medicinales.
Los oasis también funcionan como corredores silvestres para animales en peligro de extinción, como guanacos (llamas silvestres), zorros del desierto, cóndores y gatos de las pampas.
"Si los oasis de niebla están restringidos a la franja costera del Perú, y hablamos que más de la mitad de las especies de plantas son endémicas de estos oasis, estamos hablando entonces que hay especies claves, muy importantes para el estudio científico en estas lomas", añade Orellana-García.
Debido a que son altamente sensibles a pequeñas fluctuaciones en las condiciones climáticas y marinas (de una forma similar a cómo los arrecifes de coral reaccionan antes los eventos climáticos), los oasis de niebla proporcionan un sistema vital de "alerta temprana" para monitorear la respuesta al cambio climático.
Pero su fragilidad hace que estos sistemas se encuentren en declive. Los científicos creen que muchas de las especies endémicas estén o puedan estar en peligro.
Para Tovar, es de vital importancia proteger los oasis de niebla y preservar el banco genético que se encuentra en ellos ya que puede ser vital para el futuro.