El fentanilo, un opioide sintético 50 veces más potente que la heroína, lleva muchos años considerado una auténtica epidemia en Estados Unidos, donde en 2021 fue la principal causa de que se alcanzara el récord de más de 107.000 muertes por sobredosis.
Jesús cuenta que la última vez que consiguió dejar la droga estuvo ocho meses sin consumir, pero que la "malilla" (síndrome de abstinencia) era tan fuerte que pasó 22 días prácticamente sin dormir.
Sentado en una calle de Tijuana en el norte de México y preparando su primera dosis del día, el hombre de 50 años recuerda cómo probó la droga cuando era adolescente. Pasó por la cocaína, la heroína… hasta que desde hace unos tres años consume únicamente fentanilo "mezclado con cristal".
"El fentanilo te duerme, no sé por qué te hace sentir tan bien. Lo tomo varias veces al día porque cuando no lo hago, te da unas ansias tremendas", le cuenta a BBC Mundo minutos antes de inyectarse y quedar casi inconsciente por unos segundos.
"No, no, sígame hablando y preguntando, lo prefiero", nos pide.
El fentanilo, un opioide sintético 50 veces más potente que la heroína, lleva muchos años considerado una auténtica epidemia en Estados Unidos, donde en 2021 fue la principal causa de que se alcanzara el récord de más de 107.000 muertes por sobredosis.
En los años recientes, sin embargo, su consumo se ha afianzado también al otro lado de su frontera sur en municipios mexicanos como Tijuana.
Allí basta con pasear unos minutos por los alrededores de la zona norte (o "zona roja" o "de tolerancia", epicentro del trabajo sexual), para observar a decenas de usuarios consumiendo en plena calle prácticamente anestesiados, en lo que organizaciones ya califican como una clara crisis de salud ante la que las autoridades no están respondiendo adecuadamente.
"Vamos a enfrentar abiertamente el fentanilo, con todo el daño que causa, porque es muerte fulminante, y además dolorosísimo ver cómo andan como zombis, es algo muy fuerte", llegó a describir la situación el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, el pasado octubre.
En 2021, México decomisó un máximo histórico de más de 1.800 kilos de fentanilo.
En los últimos tres o cuatro años, organizaciones sociales identificaron cómo el fentanilo pasó a inundar el mercado de drogas en la frontera norte mexicana.
El principal motivo es que para productores y traficantes se traduce en una mayor ganancia en menos tiempo y trabajo que lo que conllevan otras sustancias.
También el cierre de la frontera durante la pandemia contribuyó a que parte del fentanilo destinado a venderse en EE.UU. se quedara en territorio mexicano.
De cara a los consumidores, sin embargo, esta droga entró en sus vidas sin saberlo. En la mayoría de casos pensaron inicialmente que lo que adquirían seguía siendo heroína.
Ignoraban que se trataba de fentanilo, una sustancia aún más adictiva y peligrosa, y el desconocimiento entre algunos continúa incluso años después.
"Yo no conozco eso. ¿Fentanilo?", responde María, una joven de 21 años, cuando BBC Mundo le pregunta en las cercanías del canal del río Tijuana, en la zona más cercana a la frontera, por la sustancia que más consume.
"Sí claro, yo después te lo presento", añade bromeando Julio, un hombre que la llama "su hermana de adicción" aunque apenas la conoce.
Cuando ella se marcha visiblemente alterada a comprar su dosis, Julio nos cuenta que con toda seguridad lo que ella toma -al igual que él- es el omnipresente fentanilo.
"Es más potente. A mi me ha 'doblado' (provocado sobredosis) como tres veces el último mes. Da más 'rush', más adrenalina, te pega más rápido y dura más", cuenta mientras trata de ocultar algunas de las numerosas marcas y ampollas que tiene en brazos y piernas fruto de las inyecciones.
"Son picaduras de araña", asegura.
Pese al efecto temporal que produce, el fentanilo y las drogas mezcladas con esta sustancia son extremadamente peligrosas.
Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU., el fentanilo resulta 100 veces más fuerte que la morfina y, junto a otros opioides sintéticos, es la droga más frecuentemente involucrada en muertes por sobredosis. De hecho, puede ser mortal hasta en pequeñas dosis.
Que este auge del fentanilo se concentre en municipios fronterizos no es casualidad. Muchos de sus usuarios, como Jesús y Julio, son mexicanos que tras vivir durante la mayor parte de su vida en EE.UU., fueron deportados a un país del que apenas conservan recuerdos y donde acaban viviendo en situación de calle.
Muchos no quieren regresar a sus estados de origen en México porque casi toda su familia está en EE.UU., por lo que prefieren quedarse cerca de la frontera.
"No tienen donde vivir ni para comer, así que prefieren pagar 50 pesos (US$2,5) por una sustancia que les va a quitar hambre y frío, además de dar energía para limpiar carros o reciclar cosas con las que ganar algo", le dice a BBC Mundo Alfonso Chávez, promotor de salud comunitario en Prevencasa, una asociación de Tijuana especializada en el cuidado de la salud de personas con adicciones y en situaciones vulnerables.
A ellos se suman algunas de las miles de personas migrantes que tratan de cruzar a EE.UU. y que deben esperar durante meses o años en México a que se tramite su petición de asilo.
Chávez reconoce que "mucha de esta gente se desespera y opta por consumir alguna sustancia para sobrellevar ese panorama. Es una situación muy preocupante".
"En estos centros también ayudan a los haitianos. Antes no se arrimaban, pero ya perdieron la desconfianza", relata Jesús.
El cambio de tendencia hacia el fentanilo en el consumo de droga aumentó el número de sobredosis y muertes en México en los últimos años.
Solo en Tijuana, según datos de Cruz Roja citados por el diario El Universal, se pasó de nueve muertes en los cuatro primeros meses de 2019 a 24 en el mismo período de este año.