Miles de personas lo perdieron todo a comienzos de febrero, lo que genera un impacto en su psiquis y ánimo, sobre todo frente al comienzo del año laboral y escolar. Psicólogas y concejales llaman a potenciar la atención mental e incluso hablan de aplazar clases.
Quedan pocos días para que termine febrero e inicie otro año laboral y escolar, post vacaciones. Este verano fue diferente para miles de familias que lo perdieron todo y que deberán comenzar una vez más. Los colegios comienzan sus clases en marzo, las universidades también, los trabajos parten sus meses más exigentes y, en general, el desafío podría ser mayor para los miles de damnificados.
Además, durante los últimos días se ha visto cómo han disminuido los voluntarios en los sitios siniestrados, lo que genera en las familias una sensación de vuelta a la realidad, una realidad que no es la misma hace tres semanas. Por ello, psicólogas y concejales de las comunas afectadas hacen un llamado a seguir ayudando, sobre todo psicológicamente, y algunos piden aplazar la entrada a clases en las comunas siniestradas.
Carlos Williams, de Viña, llama a que “hay que seguir colaborando con las familias damnificadas, ahora, además, poniendo el acento en las ayudas a escolares. Es importante que los voluntarios sigan con el mismo espíritu colaborativo, aunque entiendo que, mucha gente que llegó a la zona cero con espíritu colaborativo, ya no tendrá el mismo tiempo disponible, por trabajo o por estudio. Sin duda será un mes difícil pero no podemos abandonar a los damnificados, deben ser nuestra prioridad mientras no podamos entregar el techo que cobijaba a sus familias”.
La edil Nancy Díaz dice que “debemos seguir trabajando en conjunto con el gobierno, centrar la mirada en las niñeces y ver que puedan recibir la ayuda necesaria para poder estudiar. Sin duda será difícil enfrentar el pasar de los días, pero debemos seguir confiando en la gente, en nuestros funcionarios municipales que han entregado todo y en trabajar unidos para levantar Viña del Mar”.
En el caso de Quilpué, la concejala Mónica Neira sostiene que “las familias de Quilpué aún esperan certezas de cómo se va a avanzar con las soluciones habitacionales. El tema de seguridad, el clima que empieza a cambiar son factores a considerar. Las viviendas de emergencia son esenciales para que las familias vayan pensando en otras cosas con más calma”.
Ahora bien, manifiesta que sería bueno aplazar el inicio del año escolar en estos casos: “Creo que la vuelta a clases debería retrasarse un par de semanas para recibir a los estudiantes de mejor manera, ya que sus estados emocionales se han visto tremendamente afectados con este mega incendio, y que muchos niños (as) no han podido expresar lo que sintieron en el momento y que siente ahora sin tener sus casas. Necesarios los refuerzo de profesionales del área psicológica, en la misma red de desafío Levantemos Chile tiene profesionales que se podrían contactar para apoyar estos temas tan importantes, o convenios con universidades para abordar ese trabajo para recibir a los estudiantes y también el manejo que deben tener los apoderados con estos temas. Asegurar la alimentación de la gente es primordial, y eso lo han estado asumiendo muchas organizaciones y vecinos de buena voluntad; sin embargo, la coordinación georeferenciada de las entregas hacia las familias debe asegurarse, planificar rápidamente y administrar para que todos estén cubiertos con lo básico, mientras se van armando con algo básico para individualizarse. La eficiencia, eso de hacerlo bien en el menor tiempo posible, es clave en este desafío de sacar adelante a Quilpué”.
La psicóloga Ana María Rojas Rivera, coordinadora académica de la carrera de Psicología Vespertina de la Universidad Viña del Mar señala que “marzo siempre es un mes que genera un grado de estrés o preocupación mayor debido al ingreso de los niños, niñas y adolescentes al colegio, los gastos asociados a útiles, uniformes y mensualidades pueden ser un factor importante de preocupación, por lo que siempre es positivo planificarse de manera realista y tomando en consideración el contexto actual. En este sentido, toma relevancia las redes de apoyo y la gestión de emergencia en el entorno cercano de las familias, la gestión de las ayudas y el restablecimiento del bienestar emocional son eje fundamental en esta etapa”.
Según el centro de investigación para la gestión integrada de riesgos y desastres CIGIDEN es importante que el gobierno desde un enfoque integral pueda involucrar y trabajar de manera conjunta con los gobiernos locales, reconocer conocimientos y necesidades particulares, añade Rojas. “Esto permite avanzar hacia una recuperación sostenible considerando aspectos multidisciplinarios y la participación de la sociedad. En este sentido, si hablamos de la salud mental de las personas afectadas por el incendio se hace necesario preparar a los equipos de salud primaria tanto en primeros auxilios psicológicos de preferencia en el protocolo PAP- ABCDE que está validado en nuestro país, como en el diagnóstico y mitigación de los efectos de las emergencias y desastres en la salud mental”.
En tanto, Sonia Muñoz, psicóloga y académica de la Escuela de Psicología de la PUCV, indica que “va a ser complejo para las familias tratar de volver a retomar la vida cotidiana después de todo lo que les ha pasado, principalmente porque ha habido mucha pérdida más que material, humana. Va a ser un impacto que los va a sacar un poco del modo en el que están, al tratar de sacar adelante sus cosas. Por una parte, para los niños va a ser bueno, porque necesitan una rutina, protección y a veces los espacios educativos brindan todo lo que tiene que ver con un ordenamiento vital, y será una buena medida que puedan retomar algunas actividades que normalicen su funcionamiento, más allá de que los colegios eventualmente que atienden niños que vienen con las experiencias traumáticas de los incendios puedan estar preparados para sostener y protegerlos de sus traumas, atemorizados, más en alerta o más nerviosos, angustiados, entonces creo que ahí hay que hacer un trabajo desde las comunidades educativas que puedan atender esta variabilidad de síntomas con lo que los niños puedan llegar”.
En el caso de los adultos, dijo que “va a ser más complejo porque ellos sostienen a las familias y volver a la normalidad es volver a algo que ya no existe, porque no tienen casa y lugar donde están, en el caso de quienes lo perdieron todo. Entonces en el caso de los niños hay que buscar en los colegios la ayuda necesaria, la mayoría de los colegios cuentan con profesionales de apoyo y equipos psicosociales, en lo laboral me parece que estando el foco puesto en muchas familias en la reconstrucción de sus hogares debiera haber la mayor flexibilidad posible para que quienes perdieron sus hogares puedan tener tiempo para rearmar lo que han perdido. Hay muchas personas de la tercera edad que también perdieron todo, y no se está visibilizando mucho”.
Es una situación -comenta- que muestra la precariedad de la atención que tenemos como país para nuestros adultos mayores, muchos no tienen dónde estar y se encuentran en albergues. Muchos de los albergues son establecimientos educativos que debieran retomar su funcionamiento en marzo y el rol del gobierno es brindar espacio de albergue por varios meses más a quienes no tienen dónde estar, que no sean establecimientos educativos. El hotel O’Higgins fue durante la pandemia una residencia sanitaria, y me parece que necesitamos ver espacios donde personas puedan estar transitoriamente mientras se les entrega una vivienda o donde estar. Sé que el gobierno ha movilizado recursos para financiar arriendos a familias que lo perdieron todo, pero me parece que hay que proyectar esos beneficios al menos de 6 meses a 1 año, que es un tiempo en que las familias podrían visibilizar qué va a pasar con sus viviendas”.
Sin embargo, la profesional advierte que habrá situaciones psicoemocionales que surgirán. “Habrá dificultades sobre todo en el plan adaptativo, somos seres humanos y podemos adaptarnos pero los traumas generan muchas dificultades en contextos antagónicos a lo que estamos acostumbrados a vivir. Es importante ahí considerar que universidades, escuelas de psicología o clínicas de atención psicológica puedan movilizar los recursos necesarios para atender estas necesidades que van a ir surgiendo”.
PURANOTICIA