Okinoshima es una remota isla japonesa a la que, desde tiempos antiguos, las mujeres no tienen acceso.
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Japón pretende que la Unesco establezca que su isla sagrada Okinoshima, a donde las mujeres no pueden entrar, sea Patrimonio de la Humanidad. Esta ínsula de 0,7 kilómetros cuadrados solo tolera la presencia femenina de tres emperatrices, inmortalizadas en unas rocas que, según una leyenda, fueron colocadas por los dioses para cuidar a la nación y a las que se rinde culto con la celebración de diferentes rituales, informa BBC.
Allí se encuentra el santuario Munakata Taisha, al que solo pueden acceder sus sacerdotes. La única excepción a esta norma se produce durante el festival de mayo, cuando se permite la llegada a Okinoshima de alrededor de 200 hombres.
El medio precisa que no se conocen bien las razones por las cuales las mujeres no pueden pisar el lugar. Algunas personas estiman que se debe a la menstruación: su sangre se considera impura para un sitio sagrado. Otros, explican esa la tradición se sigue desde tiempos anmtiguos porque, antaño, esa travesía era peligrosa y había que proteger a las futuras madres.
La prensa local asegura que, incluso si la Unesco acepta la petición, no se levantará la prohibición respecto a las mujeres.
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