Elimina residuos de la piel, ayuda a relajar los músculos, dilata bronquios y pulmones, fortalece el ritmo cardíaco y regula la presión de la sangre.
Los vikingos eran asiduos a relajarse en saunas ya que tenían la creencia que les "evaporaba la ira". Pero lo cierto es que el vapor de agua o relajarse al menos una hora a la semana en el sauna tienen varios beneficios para el organismo. Por ejemplo, elimina residuos de la piel, ayuda a relajar los músculos, dilata bronquios y pulmones, fortalece el ritmo cardíaco y regula la presión de la sangre.
El calor que se genera al interior del sauna ayuda a dilatar los poros y vasos capilares de la piel, y con esto ayuda a la eliminación de residuos tóxicos. Por su parte, el ritmo cardíaco se multiplica por dos, o incluso por tres, al igual que cuando practicamos ejercicio, bombeando más sangre, lo que favorece la circulación sanguínea.
En cuanto a los músculos estos se relajan y por eso las personas logran una mayor elasticidad, lo que genera como consecuencia un estado de total bienestar corporal. El calor también mejora la respiración, porque dilata, expande los bronquios y desobstruye las vías respiratorias.
De hecho, algunas personas que sufren de artritis prefieren ir al sauna porque les ayuda a sentirse mejor y alivia el dolor.
Algunas personas tienden a creer que por el hecho de sudar en la sauna esta técnica adelgaza, lo que totalmente falso, porque lo que realmente se pierde es agua, y el organismo la recupera una vez que se ingiere líquido.
Se aconseja tomar una sauna unos 15-30 minutos después de practicar deporte o someterse a algún esfuerzo físico. Además, no se debe ingresar después de almorzar o comer, lo ideal es una hora después de la ingesta de alimentos.
Las únicas personas que tienen una contraindicación para ir a un sauna son aquellas que padecen enfermedades del corazón o hipertensión.
AGENCIA UNO