Si bien se sabe que en la mayoría de países islámicos los derechos de las mujeres son casi nulos, existen aspectos que resultan curiosos para occidente.
Si bien el acceso a su derecho a votar es uno de los principales logros alcanzados por las mujeres en Arabia Saudita, la igualdad entre ellas y los hombres, aún tiene una larga brecha. Si bien se sabe que en la mayoría de países islámicos los derechos de las mujeres son casi nulos, existen aspectos que resultan curiosos para occidente y que recientemente fueron denunciados por Amnistía Internacional.
– Salir de casa sin custodia.
Deben salir de casa acompañadas por un mahram, un hombre guardián. Suele ser alguien de la familia y pasea con ellas para ir de compras o incluso para ir al médico.
– Conducir.
Oficialmente las mujeres no tienen prohibido conducir. Sin embargo, en la práctica no es así. El Consejo de los Ulemas (máxima autoridad religiosa) ya ha advertido en varias ocasiones que las mujeres no pueden conducir. Algunas mujeres, tratando de desafiar estas convenciones, han empezado a manejar, lo cual las ha llevado a ser detenidas.
– Llevar ropa o maquillaje que muestre su belleza.
Por muy descabellado que pueda parecer en esta región del mundo, a las mujeres no se les está permitido mostrar su belleza. Para ello, tienen que usar la abaya, que les tapa el cuerpo por completo. Incluso está regulado por la policías religiosa (sí, tienen un cuerpo policial para ello), controla la vestimenta femenina y suele ser muy estricta, y pueden multar a una mujer por simplemente mostrar un dedo del pie.
– Interactuar con hombres.
Como parte de la segregación sexual, las mujeres tienen prohibido interactuar con hombres. Por ejemplo, cada edificio tiene su entrada para mujeres y su entrada para hombres.
– Competir en determinados deportes.
Pese a que dos mujeres han participado en los Juegos Olímpicos de 2012, un hecho tanto único como histórico, las mujeres tienen prohibido la práctica de deportes. Sin embargo, tras recibir duras críticas, Riad se ha comprometido a enviar a alguna deportista a los juegos de Río de Janeiro.
– Probarse la ropa al ir de compras.
Las mujeres deben comprarse la ropa y probársela en casa. Solo se pueden quitar la abaya en algunos probadores de tiendas de lujo. El hecho de imaginarse a alguien desnudo en un lugar compartido, es absurdo en un país ultraconservador.
– Usar el gimnasio de un hotel.
Prácticamente ninguno de los hoteles del país permite la entrada de mujeres en sus gimnasios. ¿La insólita razón? Los hombres no se sienten cómodos con que las mujeres los estén viendo...
PURANOTICIA