Hace unos meses, en México, una madre preocupada por la congestión de su bebé decidió aplicarlo en su espalda, pecho y bajo la nariz para ayudarlo a respirar mejor.
Todos sabemos que no hay nada más placentero que aplicar ungüento mentolado en tu pecho o bajo las fosas nasales cuando la congestión ataca y queremos despejar las vías respiratorias. El problema es que pocos saben que no se debe, bajo ninguna circunstancia, aplicar estos productos en niños menores de dos años.
Hace unos meses, en México, una madre preocupada por la congestión de su bebé decidió aplicarlo en su espalda, pecho y bajo la nariz para ayudarlo a respirar mejor. Se despreocupó durante la noche y al día siguiente, cuando fue a despertarlo, se dio cuenta de que el pequeño no respiraba. En la sala de emergencias le confirmaron que el bebé había fallecido.
Esta terrible noticia es una muestra del impacto que puede tener este producto en la salud y la vida de los más pequeños. Todas las marcas de estos ungüentos contienen alcanfor, un ingrediente que, según se ha investigado, incrementa en 60% la probabilidad de que haya más mucosidad en la tráquea y al mismo tiempo impide la entrada y salida del oxígeno y aire. En este caso, el bálsamo mentolado aplicado al bebé inflamó sus vías respiratorias, causándole la muerte.
Es por esto que se recomienda no usar estos bálsamos en menores de 2 años, cuando los pulmones no están completamente maduros. Además no se debe aplicar dentro de la nariz ni ser consumido, pues algunos estudios han sugerido que el alcanfor en grandes cantidades podría provocar envenenamiento. Esto no quiere decir que no sea un tratamiento efectivo o que no sea seguro, pero de todas formas no es inofensivo, y es necesario tomar los resguardos necesarios.