María Gabriela Huidobro decana de la Facultad de Humanidades y Educación de la UAB analiza la poca concordancia entre el discurso de igualdad con la realidad
En el marco de una nueva conmemoración del Día Internacional de la Mujer, la triste noticia de las jóvenes mendocinas asesinadas en Ecuador y las diversas reacciones que ella generó, motivan una reflexión sobre las contradicciones entre discursos, pensamientos y hechos que aún pesan en nuestra sociedad.
La celebración del 8 de marzo nació en 1911,con el ánimo de exigir y reconocer la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres, atendiendo a las diferencias civiles, políticas, laborales y sociales que han gravitado en los últimos siglos. La fecha ha cobrado paulatina fuerza, desde un ánimo dereivindicación coherente con el espíritu democrático de nuestra actualidad.Es el punto de convergencia de las actividades coordinadas en favor de los derechos del género femenino. Los logros en los últimos 105 años han sido innegables, permitiendo a las mujeres de muchos países el acceso a los mismos niveles educacionales, profesionales, culturales, políticos, etc.
No obstante, queda mucho por hacer. El hecho de que aún debamos tener un día para recordar que las mujeres tienen los mismos derechos, es señal de ello. No somos una minoría. Al contrario, somos una mayoría, aunque al parecer, todavía pormenorizada. Mientras deban existir recordatorios, conmemoraciones, discursos políticos y esfuerzos legislativos, acusaciones a la "sociedad machista" y defensas corporativas del género, seguiremos viviendo una realidad que artificializa la igualdad. Porque un Día de la Mujer busca este valor a partir de una diferencia (no es necesario que exista, en cambio, un día del hombre).
Lo que se ha consolidado es, sobre todo, un discurso sobre los derechos de las mujeres y una conciencia social sobre lo que resulta, hasta ahora, ser políticamente correcto. Pero tal vez, la declaración discursiva y consciente no ha llegado al nivel del subconsciente. Y así, la promoción de la mujer como un sujeto de plenos derechos parece quedarse, tal como esta celebración, aún en la pancarta.La defensa en redes sociales en favor de las dos mendocinas, cuya "osadía" de viajar fue objeto espontáneo de cuestionamiento, habla de una intención forzada por los hechos, que deja en evidencia un problema de fondo.
Los esfuerzos explícitos son necesarios, pero sin olvidar, quizás, que aquello que se busca en última instancia, es que el cambio se produzca a nivel de la vida cotidiana y de la cultura social. Cuando no haya que forzar políticas de paridad ni destacar como algo extraordinario que una mujer alcance un cargo o reconocimiento por su género. Cuando no sea relevante que la persona sea hombre o mujer. Porque lo que deberíamos perseguir no es la igualdad, sino la equidad: las mismas oportunidades y respeto bajo el solo reconocimiento de los méritos, capacidades y compromisos individuales de la persona.
Si todavía es necesario que exista un día de la mujer, puede ser porque su integración no se ha naturalizado del todo. Y el discurso sigue lejos del trato y del hecho.