Indudablemente mientras vamos creciendo la vida va cambiando, aquí te dejamos 9 sorprendentes formas en que lo hace positivamente
1. Comprendes que está bien fallar
Dijiste que no a demasiadas cosas que podrían haber sido oportunidades de cambiar tu vida. Y todo porque tenías miedo. Una vez que estás cómodamente asentada en tus veintitantos mirando al futuro, te das cuenta de que el fracaso es una parte crucial de crecer, de mejorar. El fracaso puede ser algo horrible de experimentar, es cierto, pero también es parte importante para llegar ser la persona que queremos ser.
2. El sexo se vuelve más satisfactorio
En lugar de tratar de tener relaciones incómodamente con alguien en una cama single en una residencia estudiantil, el sexo se vuelve bastante mejor después de los 25. En esta edad ya probablemente pasaste por una etapa de experimentación. Ya sabes lo que te gusta y lo que no, y también tienes dominados un par de buenos movimientos debajo de las sábanas.
3. Dejas de definirte por tus relaciones
Aprendes a estar feliz estando sola. Ya no necesitas estar con otros para sentirte completa. Estás cómoda con el hecho de estar sola. Pierdes todas esas inseguridades acerca de siempre necesitar a alguien para hacer otras cosas.
4. Te vuelves más inteligente con tu dinero
Era tan fácil a los 20 simplemente gastarte tu dinero en idioteces de Starbucks o en alcohol para el fin de semana... A medida que vas envejeciendo, comienzas a querer cosas diferentes, poniendo más atención a cosas como los impuestos y la jubilación. Comienzas a examinar cómo estás gastando tu dinero, y qué puedes hacer con él para hacerlo durar.
5. No te importa calzar con el molde. En absoluto
Mientras más creces, más te das cuenta de que las rarezas de cada persona son parte de lo que las hace los adorables bichos raros que son. Todos se relajan un poco más, y hay menos presión respecto a seguir las expectativas de la sociedad.
6. Te das cuenta de quién eres
Ya no sientes la necesidad de experimentar tanto como antes. Sabes quién eres, o al menos tienes una idea bastante buena. Eres consciente de lo que te hace sentirte cómoda e incómoda. Y no estás interesada en desdibujar esos límites hacia los extremos.
7. Ya no te importa ser una persona completamente aburrida durante los fines de semana
Tus fines de semana solían tratarse de caminar a lo largo de todo el gueto estudiantil buscando la mejor fiesta, o asegurándote de estar en la lista de invitados para un nuevo y excitante club recién abierto. Si no hacías nada la noche del viernes o el sábado, te sentías como una completa perdedora. Pero después de los 25, la idea de quedarse en casa con comida a domicilio, Netflix y un par de tus mejores amigas suena mucho mejor que ir a cualquier bar. Tus resacas también se han vuelto bastante más reales, y quedarse en pie toda la noche bebiendo ya no tiene el mismo atractivo que antes.
8. Te das cuenta de que nadie tiene este tema de ser adulto completamente resuelto
Todo el mundo está tratando de encontrar su propio camino en la vida. Lo que crees que importa, probablemente no importa demasiado.
9. Ya no te vuelves loca con el tiempo que toma alguien para responder un mensaje de texto
¿Recuerdas esos mensajes de texto de esa atractiva persona que tú y tus amigas se sentaban a analizar? ¿O estar sentada sintiendo que cada minuto que pasaba en que esa persona no te contestaba el mensaje era más doloroso que el anterior? No estoy diciendo que estas cosas no ocurran de vez en cuando, pero las citas se vuelven un tema mucho más relajado.
Pn/Ca