Las últimas noticias sobre la negociación en México de ambos bloques no son alentadoras y los venezolanos siguen pagando los efectos de falta de acuerdo entre los actores políticos de su país.
US$5.000 millones es mucho dinero. Sobre todo para un país como Venezuela, sumido desde hace años en una grave crisis económica y social..
Esa es la cantidad que el Fondo Monetario Internacional (FMI) debería entregar al país como parte de los derechos especiales de giro que el Fondo va a destinar los países en desarrollo para ayudarles a aliviar el golpe económico de la pandemia de Covid.
Pero Venezuela está, de momento, excluida de ese reparto.
Al menos, mientras la oposición y el gobierno, que negocian en México para poner fin a la larga crisis política del país, no se pongan de acuerdo sobre cómo manejar ese dinero y otros activos del Estado venezolano bajo litigio en el exterior desde que, en enero de 2019, el líder opositor Juan Guaidó se autoproclamara presidente interino del país y obtuviera el reconocimiento de Estados Unidos y la mayoría de países europeos y latinoamericanos.
Las últimas noticias sobre la negociación en México no son alentadoras y los venezolanos siguen pagando los efectos de falta de acuerdo entre los actores políticos de su país.
Los derechos especiales de giro son un sistema creado en 1969 por el FMI para dotar de liquidez a las economías mundiales y poder brindar reservas adicionales a los países miembros en caso de dificultad.
Manuel Sutherland, director del Centro de Investigación e Información Obrera (CIFO) de Caracas, le dijo a BBC Mundo que se trataba "de un anclaje en una cesta de monedas que pudieran ser usadas o intercambiadas como fondo de reserva en situaciones de dificultad económica".
Cuando estalló la crisis de 2008 fueron utilizados para mantener a flote la economía mundial y en 2020 el Fondo volvió a recurrir a este mecanismo para contrarrestar los efectos del coronavirus en la economía global.
Venezuela debería ser uno de los países más beneficiados por esta posibilidad de financiación en condiciones muy ventajosas, que otros países comenzarán a recibir de manera inminente, pero la disputa internacional sobre quién es su legítimo presidente, las malas relaciones de los sucesivos gobiernos chavistas con el Fondo y los incumplimientos de los requisitos de transparencia que este exige por parte del gobierno de Nicolás Maduro impiden que reciba los fondos.
El FMI acordó esta vez liberar alrededor de US$650.000 millones, la mayor cantidad de su historia.
La negativa de los países miembros que, como Estados Unidos, no reconocen a Maduro bloquea el desembolso de la parte de esa enorme tarta que le correspondería a Venezuela.
Sutherland apunta además que "también hay bastante desconfianza de sectores dentro del país que no quieren que el gobierno de Maduro gestione directamente esa plata".
La oposición venezolana insiste hace años en que Venezuela vive bajo "una dictadura" y el llamado "gobierno interino" de Guaidó ha buscado fórmulas para arrebatarle a Maduro el control de los activos venezolanos en el exterior.
Guaidó asegura que se trata de "proteger" la riqueza de los venezolanos, pero el gobierno de Maduro lo considera "una operación de saqueo y robo del patrimonio nacional".
Ambas partes mantienen litigios abiertos respecto a activos estratégicos venezolanos en el extranjero, como Citgo, filial en Estados Unidos de la estatal Petróleos de Venezuela; la compañía Monómeros, recientemente intervenida por las autoridades colombianas; o los cerca de US$2.000 millones de oro venezolano retenidos por el Banco de Inglaterra y aún pendientes de una resolución definitiva de los tribunales británicos.